Friday, January 13, 2017

Sanación física y el Sacramento de la Unción de los Enfermos



Escrito por el padre Rubén Bellante

Vamos a ir descubriendo todos los beneficios que tiene este sacramento de la unción de los enfermos, cómo la gracia de Jesús Resucitado se manifiesta a través de este sacramento, signo eficaz de la gracia de Dios, como a través de todos los sacramentos.

Este sacramento siempre lo administra un presbítero (sacerdote) de la iglesia católica.

Este mundo actual, que lo vemos tan enfermo en el Espíritu y en el cuerpo, con tanta ciencia dando vuelta, medicina, y cada vez más enfermo. Conocerá mejor a Jesús y se acercará a él cuando comprenda que hoy, ayer es él mismo y que movido por el amor que nos tiene y con el poder que recibió del Padre Dios, puede y quiere realizar la sanación interior y la física que necesitamos.

Cuando San Pedro pronuncia su discurso en la casa del centurión Cornelio, dice: “Él ha enviado su palabra a los hijos de Israel, anunciando la buena nueva de la paz, por medio de Jesucristo que es el Señor de todos. Ustedes saben lo que sucedió en Judea, comenzando por Galilea, como Dios a Jesús de Nazareth lo ungió en el Espíritu Santo y con poder. Como él pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el mal, el maligno, por que Dios estaba con él”. Termina diciendo “De este, todos los profetas dan testimonio”.
Es que todo el que cree en él alcanza por su nombre el perdón de los pecados. Palabra de Dios, te alabamos Señor, el texto es de Hechos de los Apósteles 10, 34-44.

Solo de Jesús se puede decir con plena verdad, que paso haciendo el bien y sanando a todos. Nuestra vida es una mezcla de bien y de mal, de virtudes y de vicios, sanamos tal vez a muchos, pero herimos a más de los que creemos. El evangelio nos habla con frecuencia de las curaciones de todo orden que realiza Jesús, movido siempre por su inmenso amor al prójimo.

San Mateo 8 16-17 nos dice:
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados, él expulso a los espíritus con su palabra y curo a todos los que se encontraban mal.
Así se cumplió el oráculo del profeta Isaías:
“èl tomo nuestras flaquezas y cargo con nuestras enfermedades”

Esta caridad de Jesús, explica ante toda la multitud la variedad de curaciones que hizo ante su vida publica, porque sentía una gran compasión por todos nosotros.
Por eso el ciego de Jericó le grita:

Hijo David, Jesús ten compasión de mí.
Y el Señor le dice: “¿que querés que te haga?”
Marcos 10, 47-51

San Mateo nos dice que cuando le llevaron los enfermos, tuvo compasión de ellos y los sanó.
Cuando los ciegos se le acercaron e imploraron su protección, el Señor tuvo misericordia de ellos, le toco los ojos, y luego pudieron ver, y le siguieron.
Mateo 20, 34.

Cuando el ángel Gabriel anuncia a Maria el misterio de la encarnación del verbo, le dice
Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz a un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
Lucas 1, 31
Y ¿que significa este nombre? que es ordenado por el ángel Gabriel.
Jesús viene de Yavé, que es salvación.
Jesús será eso, el salvador de todos los seres humanos.
Con razón Cristo contestara a los dos discípulos que envía Juan el Bautista con esta pregunta
¿Eres tu el que ha de venir o debemos esperar a otro?
Y contesto Jesús:
Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído, los ciegos ven, los rengos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncian a los pobres la buena nueva   y dichoso aquel que no se escandalice de mi.
Lucas 7, 18-24

¿Entonces porque fue enviado Jesús?

Tuesday, January 10, 2017

Señor Jesús, Aquel a Quien Amas Está Enfermo



Señor Jesús, aquel (aquella) a quien amas está enfermo(a). Tú lo puedes todo; te pido humildemente que le devuelvas la salud. Pero, sin son otros tus designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su enfermedad.

En los caminos de Palestina tratabas a los enfermos con tal delicadeza que todos venía a ti, dame esa misma dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener cuando se esta sano.

Que yo sepa dominar mi nerviosismo para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.

Yo estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique formándome en la abnegación y en la caridad. Amén

Oración Por un Enfermo Grave



Seńor Jesucristo,
Redentor de los hombre,
que en tu pasión quisiste
soportar nuestro sufrimiento
y aguantar nuestros dolores.

Te pedimos por nuestro 
(Nombre de la persona enferma);
tu que lo has redimido,
aviva en el la esperanza de su salvación
y conforta su cuerpo y su alma.

Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos

Amén.

Monday, January 9, 2017

CALENDARIOS RELIGIOSOS 2017 PARA IMPRIMIR
















BENDÍCEME, SEÑOR, UN AÑO MÁS


BENDÍCEME, SEÑOR, UN AÑO MÁS



Señor, bendice mis manos para que sepan acariciar sin aprisionar; para que sepan recibir sin poseer, y sostener sin condicionar dar sin calcular Bendice mis ojos para que vean detrás de la superficie; para que no se cierren por el miedo, pero nunca miren con ira; para que todos se sientan seguros por mi modo de mirarles. 

Bendice mis ojos para que miren y vean. Señor, bendice mis oídos para que sepan oír tu voz y perciban claramente el grito de los afligidos; que sepan cerrarse al ruido inútil de la palabrería, y escuchen sin cansancio el silencio de los enmudecidos; Bendice mis oídos para que siempre estén abiertos al que necesita publicar su memoria, su alegría o su dolor Señor, bendice mi boca para que dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o destruya; que sólo pronuncie palabras que siembren y alivien, y no calle nunca los nombres heridos. 

Bendice mi boca para que siempre bendiga y nunca traicione mi propia verdad. Señor, bendice mi corazón para que sea templo vivo de tu Espíritu ; que sepa dar calor y refugio; que sea generoso en perdonar, alegre en compartir, pronto en comprender, y compasivo. Llénalo de nombres de personas queridas, de personas sin nombre y también de otros nombres. 

Bendice, Señor, mis pies para que busquen la Paz y corran tras ella. Que construyan caminos para anunciarte, y eviten los senderos tortuosos que desembocan en la ostentación y la injusticia. Que reconozcan tus pisadas en el caminar de los humildes y respeten las huellas de todo caminante Bendice mis pies para que me los deje lavar y tener parte contigo. Bendíceme, Dios mío, para que puedas disponer de mí con todo lo que soy, con todo lo que tengo. Con todo lo que de Ti he recibido Bendíceme, Señor, en toda tu gente y en todos mis amigos para ti y para todo el año.


 Amén

GRACIAS SEÑOR, POR LA EUCARISTÍA


Gracias Señor, por la Eucaristía


Gracias Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para saciar nuestra hambre y nuestra sed...

Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia.

Gracias Señor, porque nos amastes hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la vida por otro.

Gracias Señor, porque quisistes celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor.

Gracias Señor, porque en la eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra...

Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir la eucaristía...

Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar..., y continuar mi camino de fraternidad con mis hermanos, y mi camino de transformación en ti...

Saturday, December 17, 2016

MEDITACIONES DEL EVANGELIO PARA EL CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO


EXPERIENCIA INTERIOR

El evangelista Mateo tiene un interés especial en decir a sus lectores que Jesús ha de ser llamado también «Emmanuel». Sabe muy bien que puede resultar chocante y extraño. ¿A quién se le puede llamar con un nombre que significa «Dios con nosotros»? Sin embargo, este nombre encierra el núcleo de la fe cristiana y es el centro de la celebración de la Navidad.

Ese misterio último que nos rodea por todas partes y que los creyentes llamamos «Dios» no es algo lejano y distante. Está con todos y cada uno de nosotros. ¿Cómo lo puedo saber? ¿Es posible creer de manera razonable que Dios está conmigo si yo no tengo alguna experiencia personal, por pequeña que sea?

De ordinario, a los cristianos no se nos ha enseñado a percibir la presencia del misterio de Dios en nuestro interior. Por eso muchos lo imaginan en algún lugar indefinido y abstracto del universo. Otros lo buscan adorando a Cristo presente en la eucaristía. Bastantes tratan de escucharlo en la Biblia. Para otros, el mejor camino es Jesús.

El misterio de Dios tiene, sin duda, sus caminos para hacerse presente en cada vida. Pero se puede decir que, en la cultura actual, si no lo experimentamos de alguna manera vivo dentro de nosotros, difícilmente lo hallaremos fuera. Por el contrario, si percibimos su presencia en nosotros podremos rastrear su presencia en nuestro entorno.

¿Es posible? El secreto consiste sobre todo en saber estar con los ojos cerrados y en silencio apacible, acogiendo con un corazón sencillo esa presencia misteriosa que nos está alentando y sosteniendo. No se trata de pensar en eso, sino de estar «acogiendo» la paz, la vida, el amor, el perdón… que nos llega desde lo más íntimo de nuestro ser.

Es normal que, al adentrarnos en nuestro propio misterio, nos encontremos con nuestros miedos y preocupaciones, nuestras heridas y tristezas, nuestra mediocridad y nuestro pecado. No hemos de inquietarnos, sino permanecer en el silencio. La presencia amistosa que está en el fondo más íntimo de nosotros nos irá apaciguando, liberando y sanando.

Karl Rahner, uno de los teólogos más importantes del siglo XX, afirma que, en medio de la sociedad secular de nuestros días, «esta experiencia del corazón es la única con la que se puede comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre». El misterio último de la vida es un misterio de bondad, de perdón y salvación, que está con nosotros: dentro de todos y cada uno de nosotros. Si lo acogemos en silencio conoceremos la alegría de la Navidad.

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 1,18-24


«Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado»



Hoy, la liturgia de la Palabra nos invita a considerar y admirar la figura de san José, un hombre verdaderamente bueno. De María, la Madre de Dios, se ha dicho que era bendita entre todas las mujeres (cf. Lc 1,42). De José se ha escrito que era justo (cf. Mt 1,19).

Todos debemos a Dios Padre Creador nuestra identidad individual como personas hechas a su imagen y semejanza, con libertad real y radical. Y con la respuesta a esta libertad podemos dar gloria a Dios, como se merece o, también, hacer de nosotros algo no grato a los ojos de Dios.

No dudemos de que José, con su trabajo, con su compromiso en su entorno familiar y social se ganó el “Corazón” del Creador, considerándolo como hombre de confianza en la colaboración en la Redención humana por medio de su Hijo hecho hombre como nosotros.

Aprendamos, pues, de san José su fidelidad —probada ya desde el inicio— y su buen cumplimiento durante el resto de su vida, unida —estrechamente— a Jesús y a María.

Lo hacemos patrón e intercesor para todos los padres, biológicos o no, que en este mundo han de ayudar a sus hijos a dar una respuesta semejante a la de él. Lo hacemos patrón de la Iglesia, como entidad ligada, estrechamente, a su Hijo, y continuamos oyendo las palabras de María cuando encuentra al Niño Jesús que se había “perdido” en el Templo: «Tu padre y yo...» (Lc 2,48).

Con María, por tanto, Madre nuestra, encontramos a José como padre. Santa Teresa de Jesús dejó escrito: «Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él (...). No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer».

Especialmente padre para aquellos que hemos oído la llamada del Señor a ocupar, por el ministerio sacerdotal, el lugar que nos cede Jesucristo para sacar adelante su Iglesia. —¡San José glorioso!: protege a nuestras familias, protege a nuestras comunidades; protege a todos aquellos que oyen la llamada a la vocación sacerdotal... y que haya muchos.


+ Rev. D. Pere GRAU i Andreu 
(Les Planes, Barcelona, España)