Sunday, April 12, 2015

ORACIÓN POR LA SANTIDAD



«Aún antes de la fundación del mundo Dios nos había escogido para que fuéramos suyos a través de nuestra unión con Cristo, así podríamos ser santos e inmaculados delante de Él» (Ef 1, 4). Santidad es la característica de Dios. Cualquiera que desee habitar en Él debe ser santo. Es la santa voluntad de Dios que todos seamos santos. (1 Tes 4, 3). Todos los días rezamos «que se haga tu voluntad» y es su voluntad que nosotros seamos santos. Uno que se esfuerza por la perfección cabe esperar que sea perfecto y santo como lo es su Padre Celestial. (Mt 5, 48) . Si uno puede alzar su corazón al Santo Corazón de Jesús, él puede embeber santidad de Él. Nadie puede experimentar a Dios a no ser que esté revestido de santidad. (Mt 5, 8; Heb 12, 14). En todo ser humano hay una sed inherente de experiencia de Dios. (Sal 42, 1-6) Cualquier experiencia solamente es posible cuando se reciben los datos a través de los sentidos. Los sentidos externos tienen sus correspondientes sentidos internos que reciben los datos que son espirituales para tener la experiencia de Dios. Cuando los sentidos están corroídos y manchados por pecados, ellos no pueden recibir tales datos. Por lo tanto uno debe de lavar sus sentidos y su corazón en la preciosa Sangre de Jesús y pedir al Espíritu Santo que los llene con la santidad de Dios. (Heb 9, 14) 


Oración

(Cerrando tus ojos interiores puedes contemplar el Corazón de Jesús, maltratado y herido, y levantando en fe tu mano derecha, puedes sumergirla en la Sangre que mana de él, y señala cada parte de tu cuerpo especialmente el corazón y los sentidos con el signo de la cruz. La Sangre de Cristo está disponible para todos aquellos que creen. (Rom 3, 25). Así como los israelíes marcaron las puertas de sus casas con sangre y se protegieron a sí mismos, tú puedes en fe marcar todo lo que tú quieras con las Sangre de Cristo, tu hogar, tu coche, tu tienda, los libros que lees, los utensilios, etc.)

Oh Jesús crucificado por mis pecados, ahora yo vengo a los pies de la Cruz y contemplando tu sagrado Corazón de donde fluye sangre y agua, humildemente te pido que laves mi corazón y sentidos para que yo pueda experimentar tu amor sin medida, y alcanzar la santidad de vida que Tú tanto deseas. Siento profundamente haberme manchado con diversos pecados en mi vida pasada. Uniendo todas mis pequeñas tristezas y sufrimientos con tus agudísimos sufrimientos en la cruz, yo expío por mis pecados. Oh Jesús, mi dulce Salvador, al rendirme a Ti, te expreso mi gran deseo de llegar a Ti más íntimamente para ver tu cara con mis ojos, oír tu voz a través de mis oídos, oler la dulce fragancia de tu divinidad y probar tu precioso amor y por tanto tener una experiencia personal completa de tu presencia. Oh Señor, déjame tocar tus santas heridas con mis manos (hacerlo) marcando y ungiendo cada parte de mi mismo para que pueda ser plenamente protegido de todo mal y de todo daño. Oh Espíritu Santo, ven a mí y habita en mí con la presencia de Jesús y del Padre para que pueda ser santo y sin mancha con todos los santos en el cielo. Amén

(Repetidamente puedes decir «Espíritu Santo, Señor, santifícame» y alabar y agradecer al Señor por un tiempo considerablemente largo, experimentando la presencia de Jesús dentro de ti. Si lo haces seriamente, con seguridad te sentirás sumergido en la santidad de Dios). 

Puedes leer los siguientes pasajes bíblicos: 
Sal 51, 1-19; Mat 5, 1-48; Ef 4, 1-32; Col 2, 1-23

ORACIÓN POR LA MISERICORDIA DE DIOS



 «El Señor, el Señor, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera, rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero que no los deja impunes; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación» (Ex. 34, 7). Quizás algunos de los problemas que encontramos son debidos a la maldad y vida pecadora de nuestros antepasados y mayores de la familia, pecados no arrepentidos, deudas sin pagar, abortos, asesinatos, afligir a viudas y huérfanos, brujería y hechicería, idolatría, etc... Estas cosas claman la venganza de Dios. Por lo tanto necesitamos pedir la misericordia y perdón de Dios. Si hay que pagar alguna deuda, se debe hacer. Si está presente el odio o resentimiento, es necesario una reconciliación. 
  


 Mirad, no es demasiado corta la mano del Señor para salvar, ni es duro su oído para oír, sino que vuestras faltas han sido barreras entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho que oculte su rostro para no escucharos (Is. 59: 1-2). 
 Si es posible recemos la siguiente oración ante un Crucifijo. 


 Oración

 Oh misericordioso Jesús, ten piedad de mí, un pecador. Yo de todo corazón te pido perdón por todos los pecados e iniquidades cometidos por mis padres, abuelos, familiares, amigos y superiores. Lávame de mis pecados y culpabilidad por la preciosa Sangre que derramaste en la Cruz por mí. No me arrojes en cólera lejos de tu presencia. Ten misericordia de mí, oh Señor, así como fuiste misericordioso con el buen ladrón y la mujer pecadora y hazme tu hijo. Cúbreme con tu preciosa Sangre y escóndeme en tus llagas. Sé mi fuerza y fortaleza. Guíame a salvo por tu camino de salvación. Rindo mi yo a tu voluntad, Señor. Estoy listo para ir a donde Tú quieras que vaya. Estoy listo para hacer lo que Tú quieras que haga . Envía tu Espíritu Santo y fortaléceme Señor, mi Dios. Alabado seas Jesús. Gracias Jesús (repetir). Es bueno cantar himnos de arrepentimiento.

 Lee: Jn 19, 17-37; Rom 5, 1-12; Sal 106. 

Sunday, April 5, 2015

Cristo Ha Resucitado! Aleluya!



1º Carta a los Corintios, 15

1. Quiero recordarles, hermanos, la Buena Nueva que les anuncié. Ustedes la recibieron y perseveran en ella,

2. y por ella se salvarán si la guardan tal como yo se la anuncié, a no ser que hayan creído cosas que no son.

3. En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras;

4. que fue sepultado; que resucitó al tercer día, también según las Escrituras;

5. que se apareció a Pedro y luego a los Doce.

6. Después se dejó ver por más de quinientos hermanos juntos, algunos de los cuales ya han entrado en el descanso, pero la mayoría vive todavía.

7. Después se le apareció a Santiago, y seguidamente a todos los apóstoles.

8. Y se me apareció también a mí, iba a decir al aborto, el último de todos.

9. Porque yo soy el último de los apóstoles y ni siquiera merezco ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios.

10. Sin embargo, por la gracia de Dios soy lo que soy y el favor que me hizo no fue en vano; he trabajado más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.

11. Pues bien, esto es lo que predicamos tanto ellos como yo, y esto es lo que han creído.

12. Ahora bien, si proclamamos un Mesías resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos ahí que no hay resurrección de los muertos?

13. Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.

14. Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido, como tampoco la fe de ustedes.

15. Con eso pasamos a ser falsos testigos de Dios, pues afirmamos que Dios resucitó a Cristo, siendo así que no lo resucitó, si es cierto que los muertos no resucitan.

16. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo pudo resucitar.

17. Y si Cristo no resucitó, de nada les sirve su fe: ustedes siguen en sus pecados.

18. Y, para decirlo sin rodeos, los que se durmieron en Cristo están totalmente perdidos.

19. Si nuestra esperanza en Cristo se termina con la vida presente, somos los más infelices de todos los hombres.

20. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, siendo él primero y primicia de los que se durmieron.

21. Un hombre trajo la muerte, y un hombre también trae la resurrección de los muertos.

22. Todos mueren por estar incluidos en Adán, y todos también recibirán la vida en Cristo.

23. Pero se respeta el lugar de cada uno: Cristo es primero, y más tarde le tocará a los suyos, cuando Cristo nos visite.

24. Luego llegará el fin. Cristo entregará a Dios Padre el Reino después de haber desarmado todas las estructuras, autoridades y fuerzas del universo.

25. Está dicho que debe ejercer el poder hasta que haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies,

26. y el último de los enemigos sometidos será la muerte.

27. Dios pondrá todas las cosas bajo sus pies. Todo le será sometido; pero es evidente que se excluye a Aquel que le somete el universo.

28. Y cuando el universo le quede sometido, el Hijo se someterá a Aquel que le sometió todas las cosas, para que en adelante, Dios sea todo en todos.

29. Pero, díganme, ¿qué buscan esos que se hacen bautizar por los muertos? Si los muertos de ningún modo pueden resucitar, ¿de qué sirve ese bautismo por ellos?

30. Y nosotros mismos, ¿para qué arriesgamos continuamente la vida?

31. Sí, hermanos, porque todos los días estoy muriendo, se lo juro por ustedes mismos que son mi gloria en Cristo Jesús nuestro Señor.

32. Si no hay más que esta existencia, ¿de qué me sirve haber luchado contra leones en Efeso, ? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.

33. No se dejen engañar: las doctrinas malas corrompen las buenas conductas.

34. Despiértense y no pequen: de conocimiento de Dios algunos de ustedes no tienen nada, se lo digo para su vergüenza.

35. Algunos dirán: ¿Cómo resurgen los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vuelven?

36. ¡Necio! Lo que tú siembras debe morir para recobrar la vida.

37. Y lo que tú siembras no es el cuerpo de la futura planta, sino un grano desnudo, ya sea de trigo o de cualquier otra semilla.

38. Dios le dará después un cuerpo según lo ha dispuesto, pues a cada semilla le da un cuerpo diferente.

39. Hablamos de carne, pero no es siempre la misma carne: una es la carne del hombre, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces.

40. Y si hablamos de cuerpos, el resplandor de los «cuerpos celestes» no tiene nada que ver con el de los cuerpos terrestres.

41. También el resplandor del sol es muy diferente del resplandor de la luna y las estrellas, y el brillo de una estrella difiere del brillo de otra.

42. Lo mismo ocurre con la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo en descomposición, y resucita incorruptible.

43. Se siembra como cosa despreciable, y resucita para la gloria. Se siembra un cuerpo impotente, y resucita lleno de vigor.

44. Se siembra un cuerpo animal, y despierta un cuerpo espiritual. Pues si los cuerpos con vida animal son una realidad, también lo son los cuerpos espirituales.

45. Está escrito que el primer Adán era hombre dotado de aliento y vida; el último Adán, en cambio, será espíritu que da vida.

46. La vida animal es la que aparece primero, y no la vida espiritual; lo espiritual viene después.

47. El primer hombre, sacado de la tierra, es terrenal; el segundo viene del cielo.

48. Los de esta tierra son como el hombre terrenal, pero los que alcanzan el cielo son como el hombre del cielo.

49. Y del mismo modo que ahora llevamos la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

50. Entiéndanme bien, hermanos: lo que es carne y sangre no puede entrar en el Reino de Dios. En la vida que nunca terminará no hay lugar para las fuerzas de descomposición.

51. Por eso les enseño algo misterioso: aunque no todos muramos, todos tendremos que ser transformados

52. cuando suene la última trompeta. Será cosa de un instante, de un abrir y cerrar de ojos. Al toque de la trompeta los muertos resucitarán como seres inmortales, y nosotros también seremos transformados.

53. Porque es necesario que nuestro ser mortal y corruptible se revista de la vida que no conoce la muerte ni la corrupción.

54. Cuando nuestro ser corruptible se revista de su forma inalterable y esta vida mortal sea absorbida por la immortal, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: ¡Qué victoria tan grande! La muerte ha sido devorada.

55. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?

56. El aguijón de la muerte es el pecado, y la Ley lo hacía más poderoso.

57. Pero demos gracias a Dios que nos da la victoria por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor.1

58. Así, pues, hermanos míos muy amados, manténganse firmes y no se dejen conmover. Dedíquense a la obra del Señor en todo momento, conscientes de que con él no será estéril su trabajo.

Saturday, April 4, 2015

Meditación del Sábado Santo



Sábado Santo

Los hombres se pasan la vida pensando en lo que harán cuando se vayan a morir y en cómo dejar claras sus últimas voluntades... Y para ello, hacen su testamento aún en plena salud, por temor a que los dolores mortales les impidan manifestar sus intenciones. Pero Nuestro Señor sabía que ÉI conservaba su vida y la entregaría cuando quisiera y dejó su testamento para la hora de la muerte.

EI Salvador no quiso dejarnos su testamento hasta la Cruz, un poco antes de morir y allí, antes que nada, lo selló. Su sello no es otro sino ÉI mismo, como había hecho decir a Salomón, hablando por medio de él a un alma devota: "Ponme como un sello sobre tu corazón".

ÉI aplicó su sello sagrado cuando instituyó el Santísimo y adorabilísimo Sacramento del Altar.
Después hizo su testamento, manifestando sus últimas voluntades sobre la cruz, un poco antes de morir, haciendo a cada hombre coheredero suyo.

Su testamento son las divinas palabras que pronunció sobre la cruz. Me voy a fijar en dos: dice el buen ladrón:"Señor, acuérdate de mi cuando estés en tu Reino"; a lo que Jesús responde: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso".

Palabra de gran consuelo, porque lo que ha hecho su Bondad por el buen ladrón, lo hará por todos sus otros hijos de la Cruz, que son los cristianos.

Dichosos hijos de la Cruz, pues tenéis la seguridad de que os vais a arrepentir; tenéis la seguridad de que será vuestro Redentor y de que os va a dar la gloria.

Mirando a su Madre de pie, junto a la Cruz, con el discípulo amado, le dijo: "Mujer, he ahí a tu hijo" y puso en su corazón... ¿qué clase de amor? el amor materno.

Y María acepto por suyos a todos los hijos de la Cruz y se convirtió en Madre nuestra.

Thursday, April 2, 2015

Reflexion del Viernes Santo



Viernes Santo

"Jesús Nazareno, Rey de los judíos". Jn. 19, 19

Para hablar de la Pasión, mediante la cual fuimos rescatados todos, tomaré como tema las palabras del título que Pilatos hizo escribir sobre la Cruz: "Jesús Nazareno, Rey de los judíos".

Jesús quiere decir Salvador, así que ha muerto porque es salvador y para salvar hacía falta morir.

Rey de los judíos, o sea que es Salvador y Rey al mismo tiempo. Judío significa "confesar"; por tanto es Rey pero de solo aquellos que le confiesen, y ha muerto para rescatar a los confesores; si, realmente ha muerto y con muerte de cruz.

Ahí tenemos pues, las causas de la muerte de Jesucristo: la primera, que era Salvador, santo y Rey; la segunda, que deseaba rescatar a aquellos que le confiesen.

Pero, ¿no podía Dios dar al mundo otro remedio sino la muerte de su Hijo? Ciertamente podía hacerlo; ¿es que su omnipotencia no podía perdonar a la naturaleza humana con un poder absoluto y por pura misericordia, sin hacer intervenir a la justicia y sin que interviniese criatura alguna?

Sin duda que podía. Y nadie se atrevería a hablar ni censurarle. Nadie, porque es el Maestro y Dueño soberano y puede hacer todo lo que le place.

Ciertamente pudo rescatarnos por otros medios, pero no quiso, porque lo que era suficiente para nuestra salvación no era suficiente para satisfacer su Amor.

Y que consecuencia podríamos sacar sino que, ya que ha muerto por nuestro Amor, deberíamos morir también por ÉI, y si no podemos morir de amor, al menos que no vivamos sino sólo para ÉI.

Sermón de San Francisco de Sales. Viernes Santo, 25 de marzo de 1622. X, 360.

Wednesday, April 1, 2015

Meditación del Jueves Santo


Jueves Santo

"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón". Lc. 10, 27



Consideremos un poco cual es el amor que el Señor nos tiene y por el que somos tan profundamente amados.



Os ruego que os fijéis en el encanto que pone el Salvador para expresarnos el ardor de su pasión de amor, tanto en sus palabras y afectos como en sus obras.



En sus palabras lo vemos claro, pues nunca habló tanto de ningún tema como del amor suyo hacia nosotros y del deseo que tiene de que le amemos. Ved que celoso esta de nuestro amor:"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todos tus pensamientos, con todas tus fuerzas, con todo tu espíritu y con todo lo que tu eres, es decir, todo lo que tu puedas.



En el Santísimo Sacramento parece que nunca se cansa de invitar a los hombres a recibirlo, pues nos inculca en forma admirable todo el bien que tiene preparado para los que se acercan a ÉI dignamente. "Yo soy el Pan de vida" y tantas otras frases... Y hablando de su muerte, dice: "Con gran deseo he deseado celebrar esta Pascua con vosotros y nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos".



¿No creéis, queridas Hijas, que tenemos una gran obligación de responder, en cuanto podamos, a este amor incomparable con el que hemos sido y somos amados por Nuestro Señor?



Esta claro que se lo debemos; por lo menos pongamos empeño en dárselo. Amar a Dios con todo el corazón, ¿que otra cosa es sino amarle con todo nuestro amor, nuestro ardiente amor? Para llegar a esto, no debemos amar demasiadas otras cosas, al menos con particular afecto.



Amarle con todo lo que somos es abandonarle todo nuestro ser para permanecer totalmente sometidos a su Amor.


Sermón de San Francisco de Sales; 30 de septiem¬bre de 1618. IX, 198.

Meditación Para el Miércoles Santo


Miércoles Santo

"Entonces se fue uno de los Doce, lla¬mado Judas Iscariote, a los príncipes de las Sacerdotes y les dijo: ¿Qué me que¬réis dar y yo os lo entrego?". Mt. 26, 14-15

EI Espíritu Santo nos advierte: "EI que esta de pie, cuide de no caer". Y en el Padrenuestro decimos: "no nos dejes caer en la tentación".

Nunca estamos seguros e invariables en lo referente a conservar el amor de Dios. EI primer ángel y Judas, que lo habían tenido, lo perdieron; y David y San Pedro también fallaron en un tiempo.

Me diréis: ¿Cómo es posible que quien tiene el amor de Dios pueda perderlo?, porque el amor, donde reside, resiste al pecado. Por tanto, ¿cómo puede entrar allí el pecado? Si el amor es fuerte como la muerte, duro en el combate como el infierno, ¿cómo pueden las fuerzas de la muerte o del infierno, es decir, los pecados, vencer al amor, el cual por lo menos le iguala en fuerza y las sobrepasa en ayuda y en derecho?

¿Cómo puede ser que un alma que razona, una vez que ha saboreado tan gran dulzura como es la del amor divino pueda jamás, voluntariamente, tragar las aguas amargas de la ofensa a Dios?

Querido Teótimo, hasta los mismos cielos están estupefactos y los ángeles se quedan pasmados de asombro al ver esta prodigiosa miseria del corazón humano, que abandona un bien tan amable para apegarse a cosas tan deplorables.

Mientras estamos en este mundo, nuestro espíritu esta sujeto a mil humores y miserias y por consecuencia fácilmente cambia, y muda en su amor. Solamente en el cielo ya no estaremos sujetos a cambios y permaneceremos inseparablemente unidos por amor a nuestro soberano Bien.

Porque es imposible ver a la Divinidad y no amarla. Pero aquí abajo, la entrevemos solamente a través de las sombras de la fe y nuestro conocimiento no es tan grande que no deje aun espacio para que entre la sorpresa de los otros bienes aparentes, los cuales se deslizan entre las oscuridades que se mezclan con la certeza y verdad de la fe. Se deslizan insensiblemente como raposas y demuelen nuestra viña florida.

Tratado del Amor de Dios. Libro IV, cap. 19, pags. 168, 170, 175. Edit. Denfert.