Monday, March 30, 2015

ORACIÓN POR LA SANACIÓN INTERIOR



  
 Debéis despojaros de vuestra vida pasada, del hombre viejo, corrompido por las concupicencias engañosas, renovaos en vuestro espíritu y en vuestra mente y revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en justicia y santidad verdadera. (Ef 4: 22-24) 

Todo creyente experimenta dentro de sí mismo la vida del espíritu y la vida de la carne. Un Cristiano debe destruir las obras de la carne. (Rom 8, 13) y vivir una vida de acuerdo con el Espíritu Santo. La carne significa todas las imaginaciones, recuerdos, dolores, heridas, sentimientos negativos, sobresaltos, rechazo, culpabilidad, tristezas, sentimientos de abandono, malos hábitos heredados, malos hábitos adquiridos, imitaciones malas, etc... Cuando todos éstos están dentro de uno, no se puede vivir una vida según el Espíritu. Por lo tanto se  necesita liberación y sanación interna. «Así que el que está en Cristo, es una nueva creación: lo viejo pasó; ved que ha nacido lo nuevo» (2 Cor 5, 17) 


Qué debes de hacer:

- Trae ante el Señor tu viejo yo con todos sus problemas. Si pasas algún tiempo en oración podrás ver tu viejo yo bien. 
- Cree que Jesús se llevó todas tus heridas en su Cuerpo sobre la Cruz. (1 Pe 2, 24) 
- Invita a Jesús dentro de tu vida y pídele a Él que pase por ella desde el vientre de tu madre hasta ahora. 
- Mientras oras, cree en tu corazón que el Señor te está tocando y sanando (1 Jn 5, 14-15) y alaba a Dios por la maravillosa experiencia de sanación interna. 


Reza así:

Jesús, te pido que entres dentro de mi corazón y toques esas experiencias de vida que necesitan ser sanadas. Tu me conoces mucho mejor que yo a mí mismo. Por lo tanto, trae tu amor a cada rincón de mi corazón. Dondequiera que descubras al niño herido, tócalo, consuélalo y ponlo en libertad.

Retrocede en mi vida hasta el mismo momento en que fui concebido. Purifica mi cuerpo y libérame de esas cosas que pueden haber ejercido una influencia negativa en ese momento. Bendíceme mientras estaba siendo formado en el vientre de mi madre y elimina todos los obstáculos a la integridad que me puedan haber afectado en esos meses de confinamiento.

Concédeme un profundo deseo de volver a nacer y cura cualquier trauma físico o emocional que pudiera haberme dañado en el proceso de mi nacimiento. Gracias Señor por estar ahí para recibirme en tus brazos en al mismo momento de mi nacimiento, para darme la bienvenida a la tierra y asegurarme que Tu nunca me fallarías o me abandonarías.

Jesús, yo te ruego que rodees mi infancia con tu luz y toques esos recuerdos que me impiden ser libre. Si necesité más amor materno, envíame tu madre, María, para que me proporcione cuanto me falte. Pídele que me abrace, que me bese, que me cuente historias y que llene todas esas partes vacías en mí, que necesitan el consuelo y el calor que sólo una madre podría dar.

Quizás el niño interior se sintió necesitado en el área del amor paterno. Señor, que yo sea libre para gritar «Abba», papá, con cada parte de mi ser. Si necesité más del amor de un padre y garantía para asegurarme que yo fui deseado y amado muy profundamente, te pido que me tomes y sienta yo tus brazos fuertes y protectores. Dame y renueva mi confianza y valor para hacer frente a las adversidades del mundo para que sepa que el amor de mi Padre me sostiene si tropiezo y caigo.

Pasa por mi vida, Señor, y confórtame cuando los otros no me trataron bien. Cura las heridas de encuentros que me dejaron atemorizado, que hicieron que me replegara en mí mismo y creara barreras contra la gente. Si me he sentido solo, abandonado y rechazado por la humanidad, concédeme a través de tu amor sanador, un nuevo sentido de valía como persona.

La gente me rechazó y hablaron mal de mí cuando yo era inocente, y me sentí triste y resentido. Oh Señor, ven y cúrame. Te presento mis malos hábitos y mi viejo yo vicioso y corrompido, lávame y purifícame, Oh Señor.

Jesús, me entrego a ti, cuerpo, mente y espíritu, y gracias por hacerme íntegro.

Gracias Señor

Es bueno acudir a un retiro de sanación interior. 

Meditacion Para el Martes Santo



Martes Santo

"Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en El". Jn. 13, 31

¿No sabías, Teótimo, que el Sumo Sacerdote de la Ley llevaba sobre su espalda y su pecho los nombres de los hijos de Israel: o sea, piedras preciosas sobre las cuales estaban grabados los nombres de los jefes de Israel?

Ahí tienes a Jesús, nuestro gran Obispo, mírale y considera que ÉI nos lleva sobre sus hombros, aceptando la carga de rescatarnos por su muerte, y muerte de cruz.

¡Oh, Teótimo!, el alma del Salvador nos conocía a todos con nombre y apellido; pero especialmente en el día de la Pasión, cuando ofrecía sus lágrimas, sus oraciones, su sangre y su vida por todos; sus pensamientos de amor iban especial mente para ti: ¡Oh Padre Eterno!, tomo sobre Mí y cargo con todos los pecados del pobre Teótimo para sufrir los tormentos de la muerte y el se vea libre y pueda vivir; que yo sea crucificado con tal que el sea glorificado.

¡Oh amor soberano del Corazón de Jesús! ¿Qué corazón podrá bendecirte suficientemente?

Así, en su maternal pecho, su Corazón divino preveía, disponía, merecía, impetraba todos los beneficios que tenemos y no solamente en general por todos, sino en particular por cada uno; nos preparaba esos movimientos, esos atractivos, esas inspiraciones y esas suavidades mediante los cuales nos va alimentando el corazón para la vida eterna.

Miremos esa voluntad eterna que nos destina esos beneficios, y el Corazón del Salvador que nos los ha merecido a costa de tantas penas, sobre todo por su muerte y su pasión.

Tratado del Amor de Dios. Libro XII, cap. 12, pag. 548. Edit. Denfert.

Meditacion Para el Lunes Santo



Lunes Santo

"María, tomando una libra de unguento de nardo legítimo, ungió los pies de Jesús". Jn. 12, 3

Santa Magdalena siempre fue la perfumista del Señor que la escogía y la llama para Si para ejercer este oficio. EI día de su conversión, llevaba el unguento precioso con el cual embalsamó a Jesús. En la cena que siguió a la resurrección de Lázaro, llevaba un frasco de perfumes y también lo llevó a la sepultura de Jesús. Es decir, siempre hizo el oficio de perfumista.

También hay otra cosa admirable en ella: que esta siempre a los pies de Jesús: cuando se convirtió, en el banquete de casa de Lázaro, al pie de la Cruz y en la Resurrección... ¡Que dichosas seriáis, queridas Hijas, si a lo largo de vuestra vida, por nada dejaseis de estar a los pies del Salvador, viviendo en humildad y sumisión; imitando y siguiendo a esta reina de las perfumistas y más aún a la Reina de todas las reinas, la Virgen, nuestra querida Señora, de la cual, Santa Magdalena, era tan devota que jamás la abandono.

También, Nuestra Señora, quería mucho a esta santa, más que a todas las demás que la seguían. Acompañó a la Virgen en la muerte de su Hijo, cuando le sepultaron, en el camino de vuelta, y siempre estuvo junto a Ella hasta que partió para la Santa Gruta, junto a Marsella, a seguir con su penitencia. Allí llevó una vida más divina que humana, sin dejar por ello de estar con el corazón a los pies del Salvador.

¡Qué falta nos hace, a ejemplo de esta gran santa, hacernos pequeñas y rebajadas, a los pies de Nuestro Señor!

Pero además hay que ofrecer el perfume, hay que llevar, a nuestro Maestro, un corazón amante para que ÉI le penetre y le despegue de sí mismo, como hacen el unguento precioso y el bálsamo que, al caer sobre algodón, se mezclan y se unen de tal forma, cada vez más, poco a poco, que ya no se sabe si el algodón esta perfumado o si es perfume; ni si el perfume es algodón o el algodón perfume. ¡Qué feliz es un alma así! En la tranquilidad de su corazón conserva amorosamente el sentimiento de la presencia de Dios.

Sermón de San Francisco de Sales. X, 81,87.
Tratado del Amor de Dios. V, 10.

Sunday, March 29, 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 29 DE MARZO DEL 2015 - DOMINGO DE RAMOS



Cristo va a ir a la cruz esta Semana Santa. Y tú, ¿a dónde?
Cuaresma y Semana Santa

Marcos 14, 1-15,47. Domingo de Ramos B. Otra vez va Cristo, en estos días, a morir en la cruz por nosotros, para salvarnos de nuestros pecados. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Marcos 14, 1-15, 47
Faltaban dos días para la Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle. Pues decían: "Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo." Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza. Había algunos que se decían entre sí indignados: "¿Para qué este despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres." Y refunfuñaban contra ella. Mas Jesús dijo: "Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya." Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno. El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?" Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: "Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?" El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros."

Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente y, sobre todo, mi corazón. No quiero ser un simple espectador, pasivo, indiferente, que hoy aclama ¡Hosanna! Bendito el que viene… para abandonarte o traicionarte en un par de días más.
Petición
Jesús, que esta oración me dé la fuerza de voluntad para decidirme a seguirte siempre de manera apasionada y fiel.

Meditación del Papa Francisco
Hemos escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien hacernos una sola pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo ante Jesús que entra con fiesta en Jerusalén? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O guardo las distancias? ¿Quién soy yo ante Jesús que sufre?
Hemos oído muchos nombres, tantos nombres. El grupo de dirigentes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos maestros de la ley, que habían decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad de apresarlo. ¿Soy yo como uno de ellos?
También hemos oído otro nombre: Judas. Treinta monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se durmieron mientras el Señor sufría. Mi vida, ¿está adormecida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que significaba traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolverlo todo con la espada? ¿Soy yo como ellos? ¿Soy yo como Judas, que finge amar y besa al Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos dirigentes que organizan a toda prisa un tribunal y buscan falsos testigos? ¿Soy como ellos? Y cuando hago esto, si lo hago, ¿creo que de este modo salvo al pueblo?» (Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2014).
Reflexión
Con mucha frecuencia solemos hacer y escuchar esta pregunta: ¿A dónde vas a ir en esta Semana Santa? ¿Ya sabes a dónde?

Durante una de mis "peregrinaciones" romanas, tuve la oportunidad de visitar, hace varios meses, una histórica iglesita ubicada en la Vía Apia llamada "Quo vadis?". La tradición refiere que fue precisamente este lugar en donde se le apareció Nuestro Señor al apóstol san Pedro cuando, aconsejado por los fieles cristianos, emprendía su huida de Roma para librarse de las manos de Nerón durante la persecución religiosa del año 64 de nuestra era. El escritor polaco Henryk Sienkiewicz inmortalizó esta leyenda en la famosa novela que lleva el mismo nombre: "Quo vadis?", que quiere decir: "¿A dónde vas, Señor?". A esta pregunta, Jesús respondió: "Voy a Roma a ser otra vez crucificado". El apóstol entendió el mensaje y enseguida dio marcha atrás. A escasos tres años de este encuentro, Pedro moría crucificado a los pies de la colina vaticana, en el circo –o estadio– de Calígula y Nerón. Yo creo que también nosotros, en estos momentos, podemos dirigir a Cristo la misma pregunta que entonces le hizo Pedro: “¿A dónde vas, Señor?”.

Hoy, Domingo de Ramos, damos inicio a la Semana Santa. Es la "Semana Mayor" -como la solían llamar antiguamente- porque constituye la más importante y solemne celebración de todo el año litúrgico, pues en ella conmemoramos y revivimos los misterios de nuestra redención, los acontecimientos que nos dieron vida, vida eterna.

Sí. Otra vez va Cristo en estos días a morir en la cruz por nosotros, para salvarnos de nuestros pecados. Pero ahora no muere sólo en Jerusalén o en Roma, como entonces. Hoy en día muere místicamente en todos los rincones del planeta: muere en Irak, en la persona de tantos hombres involucrados en este conflicto armado y en tantas víctimas inocentes de esta guerra. Muere en los países del Medio Oriente, en Sudán, en Nigeria, en Indonesia, en la India y en Pakistán, a causa del terrorismo y los fanatismos religiosos; muere en Chechenia, en Colombia, en Burundi, en el Congo, en Ruanda y en Uganda, por la guerrilla, los odios raciales y la violencia; muere de hambre en tantas partes del Africa; y muere en miles y miles de mujeres de todo el mundo "civilizado" que hacen de su vientre la guillotina de sus propias criaturas indefensas y no queridas.... como Herodes en la matanza de los niños inocentes, con la diferencia de que el cruel tirano no asesinó a tantos.

¿A dónde va Cristo esta Semana Santa? Sí. A morir otra vez en la cruz. Y la causa más profunda de su muerte está en las mismas raíces del corazón humano: en la injusticia y en la soberbia de cada uno de nosotros; en la ambición y la prepotencia de los fuertes; en nuestra sensualidad y egoísmo brutal. En una palabra, en nuestro horrible pecado. ¡Ése es el motivo de por qué Nuestro Señor va a la cruz! Y el "para qué" de su muerte en el Calvario también está aquí. Él, verdadero Dios y verdadero Hombre, es el único capaz de redimirnos de nuestros males y de curar todas nuestras heridas y las llagas más profundas de nuestra alma. ¡Sólo Él podía hacerlo y lo hizo! Quizá si meditamos un poco más en esto podremos comprender algo de lo que significa la Pasión y la muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Hoy es Domingo de Ramos porque celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Pero entra como un rey humilde, pacífico y manso. No entra con tanques ni con metralletas para conquistar la ciudad. Tampoco entra en un caballo blanco al sonido de las trompetas, como lo hacían antaño los emperadores o los generales romanos después de vencer a los enemigos. No. Jesús entra montado en un burrito, signo de humildad y de mansedumbre. Es aclamado por gente buena y sencilla, y una gran cantidad de sus discípulos son mujeres y niños. Lo proclaman rey no con el estruendo de las armas, sino con los gritos de júbilo. Y no agitan bayonetas o pancartas, sino ramos de olivo y de laurel, signos de la paz. ¡Éste es Jesús, nuestro Rey, el Rey de la paz y del amor verdadero, el que entra hoy triunfante a Jerusalén!

Pero también hoy es Domingo de "Pasión" porque iniciamos esta semana de dolor, que culminará en la Cruz. Por eso en el Evangelio de la Misa de este día se proclama toda la pasión del Señor. Sólo ocurre esto dos días en todo el año: hoy y el Viernes Santo. Pero la muerte de Cristo en el Calvario no es una derrota, sino el triunfo más rotundo y definitivo de Nuestro Señor sobre los poderes del mal, del pecado y de Satanás.

Estos días santos son, pues, para acompañar a Cristo en los sufrimientos de su Pasión y en su camino al Calvario: para unirnos a Él a través de la oración, los sacramentos, la caridad, el apostolado y las obras buenas. ¡Tántas cosas podemos hacer en favor de los demás!, pero tal vez nos falta imaginación o inventiva. O pensar más en los demás y menos en nosotros mismos.

Propósito
¿A dónde vas a ir esta Semana Santa? ¿a la playa? ¿a la discoteca? No estoy diciendo que esto esté mal necesariamente, pero sí que podría estar mucho mejor. No basta con no pecar y con no hacer mal a nadie. Creo que bastantes de nosotros deberíamos cambiar –un poco al menos– nuestro modo de concebir y de pasar estos días. No son simples días de vacación, aunque no dudo que los tengamos merecidos. Pero aquí estamos hablando de algo mucho más profundo. Cristo va a ir a la cruz esta Semana Santa. Y tú, ¿a dónde?

Diálogo con Cristo
Jesús mío, se inicia un tiempo especial para crecer en el amor, en todos los sentidos. Permite que sepa desprenderme de todo lo que me impida entregarme plenamente a los demás, especialmente a aquellos con los que voy a pasar esta Semana Santa. Quiero desgastarme, trabajar y luchar, desde mi vocación, para que tu mensaje de amor alcance al mayor número posible de hombres y mujeres.

 
Preguntas o comentarios al autor P. Sergio Cordova LC

Thursday, March 26, 2015

¿Cuáles son los Ritos que el Pueblo Celebra en Semana Santa?



Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de la Semana Santa. Ha sucedido que, a lo largo de los siglos, se ha producido una especie de paralelismo celebrativo, por la cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos, sobre todo las procesiones.

Domingo de Ramos

Las palmas y los ramos de olivo o de otros árboles

"La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos "de la Pasión del Señor", que comprende a la vez el triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión".

La procesión que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tiene un carácter festivo y popular. A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión.

Sin embargo es preciso instruir a los fieles sobre el significado de la celebración, para que entiendan su sentido. Será oportuno, por ejemplo, insistir en que lo verdaderamente importante es participar en la procesión y no simplemente procurarse una palma o ramo de olivo; que estos no se conserven como si fueran amuletos, con un fin curativo o para mantener alejados a los malos espíritus y evitar así, en las casas y los campos, los daños que causan, lo cual podría ser una forma de superstición.

La palma y el ramo de olivo se conservan, ante todo, como un testimonio de la fe en Cristo, rey mesiánico, y en su 
victoria pascual. 

Triduo pascual

Todos los años en el "sacratísimo triduo del crucificado, del sepultado y del resucitado" o Triduo pascual, que se celebra desde la Misa vespertina del Jueves en la cena del Señor hasta las Vísperas del Domingo de Resurrección, la Iglesia celebra, "en íntima comunión con Cristo su Esposo", los grandes misterios de la redención humana.

Jueves Santo

La visita al lugar de la reserva

La piedad popular es especialmente sensible a la adoración del santísimo Sacramento, que sigue a la celebración de la Misa en la cena del Señor. A causa de un proceso histórico, que todavía no está del todo claro en algunas de sus fases, el lugar de la reserva se ha considerado como "santo sepulcro"; los fieles acudían para venerar a Jesús que después del descendimiento de la Cruz fue sepultado en la tumba, donde permaneció unas Cuarenta horas.

Es preciso iluminar a los fieles sobre el sentido de la reserva: realizada con austera solemnidad y ordenada esencialmente a la conservación del Cuerpo del Señor, para la comunión de los fieles en la Celebración litúrgica del Viernes Santo y para el Viático de los enfermos, es una invitación a la adoración, silenciosa y prolongada, del Sacramento admirable, instituido en este día.

Por lo tanto, para el lugar de la reserva hay que evitar el término "sepulcro" ("monumento"), y en su disposición no se le debe dar la forma de una sepultura; el sagrario no puede tener la forma de un sepulcro o urna funeraria: el Sacramento hay que conservarlo en un sagrario cerrado, sin hacer la exposición con la custodia.

Después de la media noche del Jueves Santo, la adoración se realiza sin solemnidad, pues ya ha comenzado el día de la Pasión del Señor.


Viernes Santo

Monday, March 23, 2015

Cristologia: El Milagro, Manifestación del Poder Divino de Cristo



1. Si observamos atentamente los 'milagros, prodigios y señales' con que Dios acreditó la misión de Jesucristo, según las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén, constatamos que Jesús, al obrar estos milagros señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder divino, y, al mismo tiempo, de la más íntima unión con el Padre. Nos encontramos, pues, todavía y siempre, ante el misterio del 'Hijo del hombre, Hijo de Dios', cuyo Yo transciende todos los límites de la condición humana, aunque a ella pertenezca por libre elección, y todas las posibilidades humanas de realización e incluso de simple conocimiento.

2. Una ojeada a algunos acontecimientos particulares; presentados por los Evangelistas, nos permite darnos cuenta de la presencia arcana en cuyo nombre Jesucristo obra sus milagros. Helo ahí cuando, respondiendo a las súplicas de un leproso, que le dice: 'Si quieres, puedes limpiarme', El, en su humanidad, 'enternecido', pronuncia una palabra de orden que, en un caso como aquél, corresponde a Dios, no a un simple hombre: 'Quiero, sé limpio. Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio' (Cfr. Mc 1, 40-42). Algo semejante encontramos en el caso del paralítico que fue bajado por un agujero realizado en el techo de la casa: 'Yo te digo... levántate, toma tu camilla y vete a tu casa' (Cfr. Mc 2, 11-12). Y también: en el caso de la hija de Jairo leemos que 'El (Jesús)...tomándola de la mano, le dijo: 'Talitha qumi', que quiere decir: 'Niña, a ti te lo digo, levántate'. Y al instante se levantó la niña y echó a andar' (Mc 5, 41-42). En el caso del joven muerto de Naím: 'Joven, a ti te hablo, levántate. Sentóse el muerto y comenzó a hablar' (Lc 7, 14-15). ¡En cuántos de estos episodios vemos brotar de la palabras de Jesús la expresión de una voluntad y de un poder al que El se apela interiormente y que expresa, se podría decir, con la máxima naturalidad, como si perteneciese a su condición más íntima, el poder de dar a los hombres la salud, la curación e incluso la resurrección y la vida!

3. Un atención particular merece la resurrección de Lázaro, descrita detalladamente por el cuarto Evangelista. Leemos: 'Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me escuchas, pero por la muchedumbre que me rodea lo digo, para que crean que Tú me has enviado. Diciendo esto, gritó con fuerte voz Lázaro, sal fuera. Y salió el muerto' (Jn 11, 41-44). En la descripción cuidadosa de este episodio se pone de relieve que Jesús resucitó a su amigo Lázaro con el propio poder y en unión estrechísima con el Padre. Aquí hallan su confirmación las palabras de Jesús: 'Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también' (Jn 5,17), y tiene una demostración, que se puede decir preventiva, lo que Jesús dirá en el Cenáculo, durante la conversación con los Apóstoles en la última Cena, sobre sus relaciones con el Padre y, más aún, sobre su identidad sustancial con El.

4. Los Evangelios muestran con diversos milagros) señales cómo el poder divino que actúa en Jesucristo se extiende más allá del mundo humano y se manifiesta como poder de dominio también sobre las fuerzas de la naturaleza. Es significativo el caso de la tempestad calmada: 'Se levantó un fuerte vendaval'. Los Apóstoles pescadores asustados despiertan a Jesús que estaba durmiendo en la barca. El 'despertado, mandó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece. Y se aquietó el viento y se hizo completa calma... Y sobrecogidos de gran temor, se decían unos a otros: ¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?' (Cfr. Mc 4, 37-41).

En este orden de acontecimientos entran también las pescas milagrosas realizadas, por la palabra de Jesús (in verbo tuo), después de intentos precedentes malogrados (Cfr. Lc 5, 4)6; Jn 21, 3)6). Lo mismo se puede decir, por lo que respecta a la estructura del acontecimiento, del 'primer signo' realizado en Caná de Galilea, donde Jesús ordena a los criados llenar las tinajas de agua y llevar después 'el agua convertida en vino' al maestresala (Cfr. Jn 2, 7-9). Como en las pescas milagrosas, también en Caná de Galilea, actúan los hombres: los pescadores) apóstoles en un caso, los criados de las bodas en otro, pero está claro que el efecto extraordinario de a acción no proviene de ellos, sino de Aquel que les ha dado la orden de actuar y que obra con su misterioso poder divino. Esto queda confirmado por la reacción de los Apóstoles, y particularmente de Pedro, que después de la pesca milagrosa 'se postró a los pies de Jesús, diciendo: Señor, apártate de mí, que soy un pecador' (Lc 5,8). Es uno de tantos casos de emoción que toma la forma de temor reverencial o incluso miedo, ya sea en los Apóstoles, como Simón Pedro, ya sea en la gente, cuando se sienten acariciados por el ala del misterio divino

5. Un día, después de a ascensión, se sentirán invadidos por un 'temor' semejante los que vean los 'prodigios y señales' realizados 'por los Apóstoles' (Cfr. Hech 2, 43). Según el libro de los Hechos, la gente sacaba 'a las calles los enfermos, poniéndolos en lechos y camillas, para que, llegando Pedro, siquiera su sombra los cubriese' (Hech 5, 15). Sin embargo, estos 'prodigios y señales', que acompañaban los comienzos de la Iglesia apostólica, eran realizados por los Apóstoles no en nombre propio, sino en el nombre de Jesucristo, y eran, por tanto, una confirmación ulterior de su poder divino. Uno queda impresionado cuando lee la respuesta y el mandato de Pedro al tullido que le pedía una limosna junto a la puerta del templo de Jerusalén: 'No tengo oro ni plata; lo que tengo, eso te doy: en nombre de Jesucristo Nazareno, anda. Y tomándole de la diestra, le levantó, y al punto sus pies y sus talones se consolidaron' (Hech 3, 6-7). O lo que es lo mismo, Pedro dice a un paralítico de nombre Eneas: 'Jesucristo te sana; levántate y toma tu camilla. Y al punto se irguió' (Hech 9, 34).

También el otro Príncipe de los Apóstoles, Pablo, cuando recuerda en la Carta a los Romanos lo que él ha realizado 'como ministro de Cristo entre los paganos', se apresura a añadir que en aquel ministerio consiste su único mérito: 'No me atreveré a hablar de cosa que Cristo no haya obrado por mí para la obediencia (de la fe) de los gentiles, de obra o de palabra, mediante el poder de milagros y prodigios y el poder del Espíritu Santo' (15, 17-19).

6. En la Iglesia de los primeros tiempos, y especialmente esta evangelización del mundo llevada a cabo por los Apóstoles, abundaron estos 'milagros, prodigios y señales', como el mismo Jesús les había prometido (Cfr. Hech 2, 22). Pero se puede decir que éstos se han repetido siempre en la historia de la salvación, especialmente en los momentos decisivos para la realización del designio de Dios. Así fue ya en el Antiguo Testamento con relación al 'Éxodo' de Israel de la esclavitud de Egipto y a la marcha hacia la tierra prometida, bajo la guía de Moisés. Cuando, con la encarnación del Hijo de Dios, llegó la plenitud de los tiempos' (Cfr. Gal 4, 4), estas señales milagrosas del obrar divino adquieren un valor nuevo y una eficacia nueva por a autoridad divina de Cristo y por la referencia a su Nombre (y, por consiguiente, a su verdad, a su promesa, a su mandato, a su gloria) por el que los Apóstoles y tantos santos los realizan en la Iglesia. También hoy se obran milagros y en cada uno de ellos se dibuja el rostro del 'Hijo del hombre, Hijo de Dios' y se afirma en ellos un don de gracia y de salvación. 

Oración al Espíritu Santo Para Pedir Salud




¡Oh Santo y Divino Espíritu, creador y renovador de todas las cosas, Vida de mi Vida. Con María Santísima te adoro, te doy gracias y te amo!

Tú que eres dador de Vida y vivificas todo el universo, consérvame la salud; líbrame de las enfermedades que la amenazan y de todos los males que la acosan.

Con la ayuda de tu gracia, prometo usar siempre mis fuerzas para gloria de Dios y bien de mi alma y para servir a mis seres queridos.

Te pido también que ilumines con tus Dones de ciencia e inteligencia a los médicos y a todos los que se dedican al cuidado de los enfermos; que descubran las verdaderas causas de las enfermedades que amenazan la vida, y encuentren y apliquen los remedios más eficaces para defenderla y sanarla.

Oh Virgen santísima, Madre de la vida y Salud de los enfermos, a ti confío mi humilde oración. Dígnate, Madre de Dios y Madre nuestra, apoyarla con tu poderosa intercesión.

Amén.