Friday, October 17, 2014

Textos Sobre la Enfermedad y el Sufrimiento



Presencia del dolor y de la enfermedad en el mundo

Cinco son las causas de las enfermedades que afligen a los hombres: la de aumentar sus méritos, como aconteció con Job y los mártires; la de conservar su humildad, de lo que es ejemplo San Pablo combatido por Satanás (2 Cor 12); que conozcamos nuestros pecados y nos enmendemos, como sucedió a María hermana de Moisés (Num 12) y al paralítico de Cafarnaun (Mc 2, Iss.); para mayor gloria de Dios, como ocurrió con el ciego de nacimiento (Jn 9) y con Lázaro (Jn 11); y la que es un principio de condenación, como ocurrió con Herodes (Hech 12) y con Antioco (2 Rey 9) (San Beda, en Catena Aurea, vol. IV, p. 55).

Vosotros tenéis que desarrollar una tarea altísima, estáis llamados a completar en vuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1, 24). Con vuestro dolor podéis afianzar a las almas vacilantes, volver a llamar al camino recto a las descarriadas, devolver serenidad y confianza a las dudosas y angustiadas. Vuestros sufrimientos, si son aceptados y ofrecidos generosamente en unión de los del Crucificado, pueden dar una aportación de primer orden en la lucha por la victoria del bien sobre las fuerzas del mal, que de tantos modos insidian a la humanidad contemporánea. En vosotros, Cristo prolonga su pasión redentora. ¡Con Él, si queréis, podéis salvar el mundo! (Juan Pablo 11, Turin, 13-lV-1980).

Los enfermos y la mortificación

Sunday, October 5, 2014

Oración de Sanación



Padre todopoderoso y lleno de misericordia, por el poder que me concede tu Palabra, expulsa de mí toda enfermedad. 

Restaura la fuerza en mi cuerpo y el gozo a mi espíritu, de modo que con mi salud restaurada, pueda bendecirte y servirte ahora y siempre. Bendito y alabado seas por siempre!.

Amen.

Oración Sanadora de Renuncia



Querido Señor Jesús, es mi voluntad ofrecerte todo lo que soy y todo lo que quiero ser. Te abro todos los rincones de mi corazón e invito a tu Espíritu Santo a que habite en mi interior.

Te ofrezco mi vida, mi corazón, mi mente, mi cuerpo, mi alma, mi espíritu, todas mis esperanzas, planes y sueños. Te entrego mi pasado, presente y futuro, mis hábitos, mis defectos de carácter, mis actitudes, mi sustento, mis bienes, mis finanzas, mi seguro médico, mi trabajo y todas mis relaciones. 

Te entrego mi salud, mis discapacidades, mi aspecto físico, mi hogar, mi familia, mi matrimonio, mis hijos, mi sexualidad y mis amistades. Te pido que seas el Señor de cada aspecto de mi vida. Te ofrezco mis heridas, dolores, preocupaciones, ansiedades y miedos, y te pido que me limpies.

Entrego todo a tu amoroso cuidado. Por favor, Señor, háblame claramente. Abre mis oídos para escuchar tu voz. Abre mi corazón para tener una comunión contigo aun más íntima. Necesito desesperadamente sentir tu abrazo cariñoso. Cierra las puertas que necesitan ser cerradas y abre las puertas que deben ser abiertas. Pon mis pies en el camino recto y estrecho que conduce a la vida eterna. Amén.

Salmo 51



Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.

Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable. Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.

Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu Santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga.

Oración de Sanación (Isaías 53)




Precioso Señor Jesús, te agradezco tu amor eterno. Viniste al mundo para liberarme del poder de las tinieblas. Abrazaste una muerte violenta en la cruz para pagar mis culpas. Sufriste azotes atado a la columna, cargaste así sobre tu propia carne las enfermedades de la humanidad, para que yo pudiese ser sanado.

Ahora vengo ante Ti para poner todo mi pecado sobre tu cruz y pedir que tu sangre preciosa me lave. Pongo en la cruz la culpa por mi maldad, todas mis enfermedades, y por tu dolorosa pasión te pido que me liberes. Acepto tu sacrificio y recibo el regalo de la reconciliación. Confieso tu Señorío sobre cada aspecto de mi vida, corazón, mente, cuerpo, alma y espíritu.

Por el poder de tu cruz, Señor Jesús, resisto ahora toda forma de pecado y de enfermedad causados por mi propia desobediencia. Proclamo que ellas no forman parte de la buena y perfecta voluntad de Dios para mi vida y hago cumplir el poder de la cruz sobre ellas ahora mismo.

Por la Sangre del Señor Jesucristo de Nazaret que fue derramada, ordeno a toda enfermedad y dolencia que se alejen de mi presencia inmediatamente. Jesús cargó mis enfermedades y dolores. Él fue herido por mis transgresiones. Por sus Llagas fui sanado. Ninguna enfermedad, dolor, muerte, miedo o adicción me dominará jamás otra vez. La pena se ha pagado por completo. He sido rescatado y redimido, santificado y liberado. Amén.

la Oración de Intercesión




la oración de  intercesión es el acto de orar en favor de otros. El papel del mediador en la oración era común en el Antiguo Testamento (como con Abraham, Moisés, David, Samuel, Ezequías, Elías, Jeremías, Ezequiel y Daniel). Pero Cristo es señalado en el Nuevo Testamento como el intercesor fundamental: y es por ello que toda la oración cristiana se convierte en intercesora, puesto que es ofrecida a Dios por y a través de Cristo. 

Jesús cerró la brecha entre Dios y nosotros cuando Él murió en la cruz. Él fue el más grande mediador (intercesor) que haya existido. Por esta causa, ahora podemos interceder en oración a favor de otros cristianos, o por los perdidos, pidiendo a Dios que les conceda arrepentirse de acuerdo a Su voluntad. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1 Timoteo 2:5). “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8:34).

Pregunta: ¿Es Lícito Dar Calmantes a un Enfermo Dejándolo Inconsciente?



Estimado Padre: Nuestra anciana madre está enferma desde hace años, y ha entrado ya en una etapa que los médicos consideran terminal. Sus dolores son realmente enormes y los calmantes que le suministran hace sólo un mínimo efecto; ella no está consciente la mayor parte del tiempo desde hace meses. A nosotros nos causa mucha pena verla sufrir tanto, y los médicos que la atienden nos han sugerido que habría que aumentar la dosis de las drogas que recibe para calmarla y mantener esta medicación hasta que Dios la llame, pero esto la llevaría a perder definitivamente la conciencia y nosotros, sus hijos, estamos perplejos. ¿Es lícito hacer esto? Algunos de mis hermanos dicen que no ven problema; pero yo no estoy seguro. ¿Me podría orientar para tomar una decisión correcta?

Responde el Padre Miguel A. Fuentes, IVE



Estimada:

El problema del uso de analgésicos que adormecen la conciencia y la licitud de su uso ya le fue planteada al Papa Pío XII a fines de los años ’50. El dilema se plantea porque, como usted dice, por un lado se produce la mitigación del dolor, pero esto sucede en muchos casos a costa de la duración de la vida, que con ello se abrevia 1.