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Wednesday, April 22, 2015

El Milagro, Llamado a la Fe



1. Los 'milagros y los signos' que Jesús realizaba para confirmar su misión mesiánica y la venida del reino de Dios, están ordenados y estrechamente ligados a la llamada a la fe. Esta llamada con relación al milagro tiene dos formas: la fe precede al milagro, más aún, es condición para que se realice; la fe constituye un efecto del milagro, bien porque el milagro mismo la provoca en el alma de quienes lo han recibido, bien porque han sido testigos de él.

Es sabido que la fe es una respuesta del hombre a la palabra de la revelación divina. El milagro acontece en unión orgánica con esta Palabra de Dios que se revela. Es una 'señal' de su presencia y de su obra, un signo, se puede decir, particularmente intenso. Todo esto explica de modo suficiente el vínculo particular que existe entre los 'milagros-signos' de Cristo y la fe: vínculo tan claramente delineado en los Evangelios.

2. Efectivamente, encontramos en los Evangelios una larga serie de textos en los que la llamada a la fe aparece como un coeficiente indispensable y sistemático de los milagros de Cristo.

Al comienzo de esta serie es necesario nombrar las páginas concernientes a la Madre de Cristo con su comportamiento en Caná de Galilea, y aún antes )y sobre todo) en el momento de a anunciación. Se podría decir que precisamente aquí se encuentra el punto culminante de su adhesión a la fe, que hallará su confirmación en las palabras de Isabel durante la Visitación: 'Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se te he dicho de parte del Señor' (Lc 1, 45). Sí, María ha creído como ninguna otra persona, porque estaba convencida de que 'para Dios nada hay imposible' (Cfr. Lc 1, 37).

Y en Caná de Galilea su fe anticipó, en cierto sentido, la hora de la revelación de Cristo. Por su intercesión, se cumplió aquel primer milagro-signo, gracias al cual los discípulos de Jesús 'creyeron en él' (Jn 2, 11). Si el Concilio Vaticano II enseña que María precede constantemente al Pueblo de Dios por los caminos de la fe (Cfr. Lumen Gentium, 58 y 63; Redemptoris Mater, 5-6), podemos decir que el fundamento primero de dicha afirmación se encuentra en el Evangelio que refiere los 'milagros-signos' en María y por María en orden a la llamada a la fe.

3. Esta llamada se repite muchas veces. Al jefe de la sinagoga, Jairo, que había venido a suplicar que su hija volviese a la vida, Jesús le dice: 'No temas, ten sólo fe'. (Dice 'no temas', porque algunos desaconsejaban a Jairo ir a Jesús) (Mc 5, 36). Cuando el padre del epiléptico pide la curación de su hijo, diciendo: 'Pero si algo puedes, ayúdanos...', Jesús le responde: 'Si puedes! Todo es posible al que cree'. Tiene lugar entonces el hermoso acto de fe en Cristo de aquel hombre probado: '¡Creo! Ayuda a mi incredulidad' (Cfr. Mc 9, 22-24).

Recordemos, finalmente, el coloquio bien conocido de Jesús con Marta antes de la resurrección de Lázaro: 'Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto? Si, Señor, creo...' (Cfr. Jn 11, 25-27).

4. El mismo vínculo entre el 'milagro-signo' y la fe se confirma por oposición con otros hechos de signo negativo. Recordemos algunos de ellos. En el Evangelio de Marcos leemos que Jesús de Nazaret 'no pudo hacer...ningún milagro, fuera de que a algunos pocos dolientes les impuso las manos y los curó. El se admiraba de su incredulidad' (Mc 6, 5-6).

Conocemos las delicadas palabras con que Jesús reprendió una vez a Pedro: 'Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?'. Esto sucedió cuando Pedro, que al principio caminaba valientemente sobre las olas hacia Jesús, al ser zarandeado por la violencia del viento, se asustó y comenzó a hundirse (Cfr. Mt 14, 29-31).

5. Jesús subraya más de una vez que los milagros que El realiza están vinculados a la fe. 'Tu fe te ha curado', dice a la mujer que padecía hemorragias desde hacia doce años y que, acercándose por detrás le había tocado el borde de su manto, quedando sana (Cfr. Mt 9, 20-22; y también Lc 8, 48; Mc 5, 34).

Palabras semejantes pronuncia Jesús mientras cura al ciego Bartimeo, que, a la salida de Jericó, pedía con insistencia su ayuda gritando: '¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mi!' (Cfr. Mc 10, 46-52). Según Marcos: 'Anda, tu fe te ha salvado' le responde Jesús. Y Lucas precisa la respuesta: 'Ve, tu fe te ha hecho salvo' (Lc 18,42).

Una declaración idéntica hace al Samaritano curado de la lepra (Lc 17, 19). Mientras a los otros dos ciegos que invocan a volver a ver, Jesús les pregunta: '¿Creéis que puedo yo hacer esto?'. 'Sí, Señor'... 'Hágase en vosotros, según vuestra fe' (Mt 9, 28-29).

6. Impresiona de manera particular el episodio de la mujer cananea que no cesaba de pedir a ayuda de Jesús para su hija 'atormentada cruelmente por un demonio'. Cuando la cananea se postró delante de Jesús para implorar su ayuda, El le respondió: 'No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a os perrillos' (Era una referencia a la diversidad étnica entre israelitas y cananeos que Jesús, Hijo de David, no podía ignorar en su comportamiento práctico, pero a la que alude con finalidad metodológica para provocar la fe). Y he aquí que la mujer llega intuitivamente a un acto insólito de fe y de humildad. Y dice: 'Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores'. Ante esta respuesta tan humilde, elegante y confiada, Jesús replica: '¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres' (Cfr. Mt 15, 21-28). Es un suceso difícil de olvidar, sobre todo si se piensa en los innumerables ' cananeos' de todo tiempo, país, color y condición social que tienden su mano para pedir comprensión y ayuda en sus necesidades!

7. Nótese cómo en la narración evangélica se pone continuamente de relieve el hecho de que Jesús, cuando 've la fe', realiza el milagro. Esto se dice expresamente en el caso del paralítico que pusieron a sus pies desde un agujero abierto en el techo (Cfr. Mc 2, 5; Mt 9, 2; Lc 5, 20). Pero la observación se puede hacer en tantos otros casos que los evangelistas nos presentan. El factor fe es indispensable; pero, apenas se verifica, el corazón de Jesús se proyecta a satisfacer las demandas de los necesitados que se dirigen a El para que los socorra con su poder divino.

8. Una vez más constatamos que, como hemos dicho al principio, el milagro es un 'signo' del poder y del amor de Dios que salvan al hombre en Cristo. Pero, precisamente por esto es al mismo tiempo una llamada del hombre a la fe. Debe llevar a creer sea al destinatario del milagro sea a los testigos del mismo.

Esto vale para los mismos Apóstoles, desde el primer 'signo' realizado por Jesús en Caná de Galilea; fue entonces cuando 'creyeron en El' (Jn 2, 11). Cuando, más tarde, tiene lugar la multiplicación milagrosa de los panes cerca de Cafarnaum, con la que está unido el preanuncio de la Eucaristía, el evangelista hace notar que 'desde entonces muchos de sus discípulos se retiraron y ya no le seguían', porque no estaban en condiciones de acoger un lenguaje que les parecía demasiado 'duro'. Entonces Jesús preguntó a los Doce: '¿Queréis iros vosotros también?'. Respondió Pedro: 'Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios' (Cfr. Jn 6, 66-69). Así, pues, el principio de la fe es fundamental en la relación con Cristo, ya como condición para obtener el milagro, ya como fin por el que el milagro se ha realizado. Esto queda bien claro al final del Evangelio de Juan donde leemos: 'Muchas otras señales hizo Jesús en presencia de los discípulos que no están escritas en este libro; y éstas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre' (Jn 20, 30-31).

Cristologia: El Poder Sanador de Jesus



1. Si observamos atentamente los 'milagros, prodigios y señales' con que Dios acreditó la misión de Jesucristo, según las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén, constatamos que Jesús, al obrar estos milagros) señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder divino, y, al mismo tiempo, de la más íntima unión con el Padre. Nos encontramos, pues, todavía y siempre, ante el misterio del 'Hijo del hombre) Hijo de Dios', cuyo Yo transciende todos los límites de la condición humana, aunque a ella pertenezca por libre elección, y todas las posibilidades humanas de realización e incluso de simple conocimiento.

2. Una ojeada a algunos acontecimientos particulares; presentados por los Evangelistas, nos permite darnos cuenta de la presencia arcana en cuyo nombre Jesucristo obra sus milagros. Helo ahí cuando, respondiendo a las súplicas de un leproso, que le dice: 'Si quieres, puedes limpiarme', El, en su humanidad, 'enternecido', pronuncia una palabra de orden que, en un caso como aquél, corresponde a Dios, no a un simple hombre: 'Quiero, sé limpio. Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio' (Cfr. Mc 1, 40-42). Algo semejante encontramos en el caso del paralítico que fue bajado por un agujero realizado en el techo de la casa: 'Yo te digo... levántate, toma tu camilla y vete a tu casa' (Cfr. Mc 2, 11-12). Y también: en el caso de la hija de Jairo leemos que 'El (Jesús)...tomándola de la mano, le dijo: 'Talitha qumi', que quiere decir: 'Niña, a ti te lo digo, levántate'. Y al instante se levantó la niña y echó a andar' (Mc 5, 41-42). En el caso del joven muerto de Naín: 'Joven, a ti te hablo, levántate. Sentóse el muerto y comenzó a hablar' (Lc 7, 14-15). ¡En cuántos de estos episodios vemos brotar de la palabras de Jesús la expresión de una voluntad y de un poder al que El se apela interiormente y que expresa, se podría decir, con la máxima naturalidad, como si perteneciese a su condición más íntima, el poder de dar a los hombres la salud, la curación e incluso la resurrección y la vida!

3. Un atención particular merece la resurrección de Lázaro, descrita detalladamente por el cuarto Evangelista. Leemos: 'Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me escuchas, pero por la muchedumbre que me rodea lo digo, para que crean que Tú me has enviado. Diciendo esto, gritó con fuerte voz Lázaro, sal fuera. Y salió el muerto' (Jn 11, 41-44). En la descripción cuidadosa de este episodio se pone de relieve que Jesús resucitó a su amigo Lázaro con el propio poder y en unión estrechísima con el Padre. Aquí hallan su confirmación las palabras de Jesús: 'Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también' (Jn 5,17), y tiene una demostración, que se puede decir preventiva, lo que Jesús dirá en el Cenáculo, durante la conversación con los Apóstoles en la última Cena, sobre sus relaciones con el Padre y, más aún, sobre su identidad sustancial con El.

4. Los Evangelios muestran con diversos milagros) señales cómo el poder divino que actúa en Jesucristo se extiende más allá del mundo humano y se manifiesta como poder de dominio también sobre las fuerzas de la naturaleza. Es significativo el caso de la tempestad calmada: 'Se levantó un fuerte vendaval'. Los Apóstoles pescadores asustados despiertan a Jesús que estaba durmiendo en la barca. El 'despertado, mandó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece. Y se aquietó el viento y se hizo completa calma... Y sobrecogidos de gran temor, se decían unos a otros: ¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?' (Cfr. Mc 4, 37-41).

Monday, March 23, 2015

Cristologia: El Milagro, Manifestación del Poder Divino de Cristo



1. Si observamos atentamente los 'milagros, prodigios y señales' con que Dios acreditó la misión de Jesucristo, según las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén, constatamos que Jesús, al obrar estos milagros señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder divino, y, al mismo tiempo, de la más íntima unión con el Padre. Nos encontramos, pues, todavía y siempre, ante el misterio del 'Hijo del hombre, Hijo de Dios', cuyo Yo transciende todos los límites de la condición humana, aunque a ella pertenezca por libre elección, y todas las posibilidades humanas de realización e incluso de simple conocimiento.

2. Una ojeada a algunos acontecimientos particulares; presentados por los Evangelistas, nos permite darnos cuenta de la presencia arcana en cuyo nombre Jesucristo obra sus milagros. Helo ahí cuando, respondiendo a las súplicas de un leproso, que le dice: 'Si quieres, puedes limpiarme', El, en su humanidad, 'enternecido', pronuncia una palabra de orden que, en un caso como aquél, corresponde a Dios, no a un simple hombre: 'Quiero, sé limpio. Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio' (Cfr. Mc 1, 40-42). Algo semejante encontramos en el caso del paralítico que fue bajado por un agujero realizado en el techo de la casa: 'Yo te digo... levántate, toma tu camilla y vete a tu casa' (Cfr. Mc 2, 11-12). Y también: en el caso de la hija de Jairo leemos que 'El (Jesús)...tomándola de la mano, le dijo: 'Talitha qumi', que quiere decir: 'Niña, a ti te lo digo, levántate'. Y al instante se levantó la niña y echó a andar' (Mc 5, 41-42). En el caso del joven muerto de Naím: 'Joven, a ti te hablo, levántate. Sentóse el muerto y comenzó a hablar' (Lc 7, 14-15). ¡En cuántos de estos episodios vemos brotar de la palabras de Jesús la expresión de una voluntad y de un poder al que El se apela interiormente y que expresa, se podría decir, con la máxima naturalidad, como si perteneciese a su condición más íntima, el poder de dar a los hombres la salud, la curación e incluso la resurrección y la vida!

3. Un atención particular merece la resurrección de Lázaro, descrita detalladamente por el cuarto Evangelista. Leemos: 'Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me escuchas, pero por la muchedumbre que me rodea lo digo, para que crean que Tú me has enviado. Diciendo esto, gritó con fuerte voz Lázaro, sal fuera. Y salió el muerto' (Jn 11, 41-44). En la descripción cuidadosa de este episodio se pone de relieve que Jesús resucitó a su amigo Lázaro con el propio poder y en unión estrechísima con el Padre. Aquí hallan su confirmación las palabras de Jesús: 'Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también' (Jn 5,17), y tiene una demostración, que se puede decir preventiva, lo que Jesús dirá en el Cenáculo, durante la conversación con los Apóstoles en la última Cena, sobre sus relaciones con el Padre y, más aún, sobre su identidad sustancial con El.

4. Los Evangelios muestran con diversos milagros) señales cómo el poder divino que actúa en Jesucristo se extiende más allá del mundo humano y se manifiesta como poder de dominio también sobre las fuerzas de la naturaleza. Es significativo el caso de la tempestad calmada: 'Se levantó un fuerte vendaval'. Los Apóstoles pescadores asustados despiertan a Jesús que estaba durmiendo en la barca. El 'despertado, mandó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece. Y se aquietó el viento y se hizo completa calma... Y sobrecogidos de gran temor, se decían unos a otros: ¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?' (Cfr. Mc 4, 37-41).

En este orden de acontecimientos entran también las pescas milagrosas realizadas, por la palabra de Jesús (in verbo tuo), después de intentos precedentes malogrados (Cfr. Lc 5, 4)6; Jn 21, 3)6). Lo mismo se puede decir, por lo que respecta a la estructura del acontecimiento, del 'primer signo' realizado en Caná de Galilea, donde Jesús ordena a los criados llenar las tinajas de agua y llevar después 'el agua convertida en vino' al maestresala (Cfr. Jn 2, 7-9). Como en las pescas milagrosas, también en Caná de Galilea, actúan los hombres: los pescadores) apóstoles en un caso, los criados de las bodas en otro, pero está claro que el efecto extraordinario de a acción no proviene de ellos, sino de Aquel que les ha dado la orden de actuar y que obra con su misterioso poder divino. Esto queda confirmado por la reacción de los Apóstoles, y particularmente de Pedro, que después de la pesca milagrosa 'se postró a los pies de Jesús, diciendo: Señor, apártate de mí, que soy un pecador' (Lc 5,8). Es uno de tantos casos de emoción que toma la forma de temor reverencial o incluso miedo, ya sea en los Apóstoles, como Simón Pedro, ya sea en la gente, cuando se sienten acariciados por el ala del misterio divino

5. Un día, después de a ascensión, se sentirán invadidos por un 'temor' semejante los que vean los 'prodigios y señales' realizados 'por los Apóstoles' (Cfr. Hech 2, 43). Según el libro de los Hechos, la gente sacaba 'a las calles los enfermos, poniéndolos en lechos y camillas, para que, llegando Pedro, siquiera su sombra los cubriese' (Hech 5, 15). Sin embargo, estos 'prodigios y señales', que acompañaban los comienzos de la Iglesia apostólica, eran realizados por los Apóstoles no en nombre propio, sino en el nombre de Jesucristo, y eran, por tanto, una confirmación ulterior de su poder divino. Uno queda impresionado cuando lee la respuesta y el mandato de Pedro al tullido que le pedía una limosna junto a la puerta del templo de Jerusalén: 'No tengo oro ni plata; lo que tengo, eso te doy: en nombre de Jesucristo Nazareno, anda. Y tomándole de la diestra, le levantó, y al punto sus pies y sus talones se consolidaron' (Hech 3, 6-7). O lo que es lo mismo, Pedro dice a un paralítico de nombre Eneas: 'Jesucristo te sana; levántate y toma tu camilla. Y al punto se irguió' (Hech 9, 34).

También el otro Príncipe de los Apóstoles, Pablo, cuando recuerda en la Carta a los Romanos lo que él ha realizado 'como ministro de Cristo entre los paganos', se apresura a añadir que en aquel ministerio consiste su único mérito: 'No me atreveré a hablar de cosa que Cristo no haya obrado por mí para la obediencia (de la fe) de los gentiles, de obra o de palabra, mediante el poder de milagros y prodigios y el poder del Espíritu Santo' (15, 17-19).

6. En la Iglesia de los primeros tiempos, y especialmente esta evangelización del mundo llevada a cabo por los Apóstoles, abundaron estos 'milagros, prodigios y señales', como el mismo Jesús les había prometido (Cfr. Hech 2, 22). Pero se puede decir que éstos se han repetido siempre en la historia de la salvación, especialmente en los momentos decisivos para la realización del designio de Dios. Así fue ya en el Antiguo Testamento con relación al 'Éxodo' de Israel de la esclavitud de Egipto y a la marcha hacia la tierra prometida, bajo la guía de Moisés. Cuando, con la encarnación del Hijo de Dios, llegó la plenitud de los tiempos' (Cfr. Gal 4, 4), estas señales milagrosas del obrar divino adquieren un valor nuevo y una eficacia nueva por a autoridad divina de Cristo y por la referencia a su Nombre (y, por consiguiente, a su verdad, a su promesa, a su mandato, a su gloria) por el que los Apóstoles y tantos santos los realizan en la Iglesia. También hoy se obran milagros y en cada uno de ellos se dibuja el rostro del 'Hijo del hombre, Hijo de Dios' y se afirma en ellos un don de gracia y de salvación. 

Saturday, December 6, 2014

Cristologia: La Curación del Leproso




Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net



Entre los milagros que llevaron a muchos a creer y que mueven a Nicodemo a hablar con Jesús está la curación del leproso. Los evangelistas no señalan expresamente que fue en aquellos días, y lo sitúan de un modo inconcreto en una ciudad, pero parece muy probable que sea el Simón leproso el mismo que invitará a Jesús a comer unos días antes de la tercera pascua en Betania. Debía ser un personaje más o menos importante. La proximidad pudo conmover más a Nicodemo que procura enterarse del mensaje de Jesús y de su misma persona.

"Y vino hacia Él un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes limpiarme. Y compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento, desapareció de él la lepra y quedó limpio. Le conminó y enseguida lo despidió, diciéndole: Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, una vez que se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera, en lugares apartados. Pero acudían a Él de todas partes" (Mc).


Verificar la curación

La lepra es una enfermedad especialmente grave, pues junto a las llagas que deforman el cuerpo y que llevan lentamente a la muerte, se cría que era contagiosa y, por ello el leproso está sometido a prohibiciones como el acercarse a los sanos bajo pena de lapidación. Si se producía una curación tenía que se verificada por los sacerdotes. Era fácil ver en esta enfermedad la triste condición del pecador.


Acto de fe

El leproso acude a Jesús, con riesgo de su vida, con una petición humilde y dolorida:"si quieres, puedes limpiarme" Es un acto de fe, pues afirma que puede curarle, que está en su poder, y desea que esté también en su querer. Jesús no investiga su fe, la ve. Y accede rápidamente, lo toca con todo lo que esto llevaba de contaminarse legal y físicamente, dice "quiero, sé limpio", y se cura. La inmediata petición de discreción sorprende, pues muchos otros milagros son hechos para que crean los presentes; aquí hay silencio, quizá porque, en este caso, la lepra no era aún publica, o por otra razón que los evangelistas callan. Sí se le pide que vaya a los sacerdotes. No dice si siguió como discípulo; pero todo parece indicar que no sólo lo fue, sino que se cuenta entre el grupo de incondicionales, o amigos, si se quiere expresar así. Jesús quiere discreción para que no se malogren el crecimiento de sus primeras acciones en Judea.

Cristologia; Jesús y los Enfermos


Jesús y las personas

¿Qué decía Jesús a los enfermos? ¿Cómo les daba esperanza? ¿Por qué curaba a algunos? 


Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Libro Jesucristo.




Si uno lee con detención los Santos Evangelios descubre todo un mundo, un océano de dolor que parece rodear a Jesús. Parece un imán que atrae a cuanto enfermo encuentra en su paso por la vida. Él mismo se dijo Médico que vino a sanar a los que estaban enfermos. No puede decir "no" cuando clama el dolor. El amor de Jesús a los hombres es, en su última esencia, amor a los que sufren, a los oprimidos. El prójimo para Él es aquel que yace en la miseria y el sufrimiento (cf. Lc 10, 29 ss). La buena nueva que vino a predicar alcanzaba sobre todo a los enfermos.

El dolor y el sufrimiento no son una maldición, sino que tienen su sentido hondo. El sufrimiento humano suscita compasión, respeto; pero también atemoriza. El sufrimiento físico se da cuando duele el cuerpo, mientras que el sufrimiento moral es dolor del alma. Para poder vislumbrar un poco el sentido del dolor tenemos que asomarnos a la Sagrada Escritura que es un gran libro sobre el sufrimiento.(105) El sufrimiento es un misterio que el hombre no puede comprender a fondo con su inteligencia. Sólo a la luz de Cristo se ilumina este misterio. Desde que Cristo asumió el dolor en todas sus facetas, el sufrimiento tiene valor salvífico y redentor, si se ofrece con amor. Además, todo sufrimiento madura humanamente, expía nuestros pecados y nos une al sacrificio redentor de Cristo.

La enfermedad en tiempos de Jesús.

El estado sanitario del pueblo judío era, en tiempos de Jesús, lamentable. Todas las enfermedades orientales parecían cebarse en su país. Y provenían de tres fuentes principales: la pésima alimentación, el clima y la falta de higiene.

La alimentación era verdaderamente irracional. De ahí el corto promedio de vida de los contemporáneos de Jesús y el que veamos con tanto frecuencia enfermos y muertos jóvenes en la narración evangélica. Pero era el clima el causante de la mayor parte de las dolencias. En el clima de Palestina se dan con frecuencia bruscos cambios de calor y frío. El tiempo fresco del año, con temperaturas relativamente bajas, pasa, sin transición ninguna, en los "días Hamsin" (días del viento sur del desierto), a temperaturas de 40 grados a la sombra. Y, aun en esos mismos días, la noche puede registrar bruscos cambios de temperatura que, en casas húmedas y mal construidas como las de la época, tenían que producir fáciles enfriamientos, y por lo mismo, continuas fiebres. Y con el clima, la falta de higiene.

De todas las enfermedades la más frecuente y dramática era la lepra que se presentaba en sus dos formas: hinchazones en las articulaciones y llagas que se descomponen y supuran. La lepra era una terrible enfermedad, que no sólo afectaba al plano físico y corporal, sino sobre todo al plano psicológico y afectivo. El leproso se siente discriminado, apartado de la sociedad. Ya no cuenta. Vive aislado. Al leproso se le motejaba de impuro. Se creía que Dios estaba detrás con su látigo de justicia, vengando sus pecados o los de sus progenitores. Basta leer el capítulo trece del Levítico para que nos demos cuenta de todo lo que se reglamentaba para el leproso. ¡La lepra iba comiendo sus carnes y la soledad del corazón! Todos se mantenían lejos de los leprosos. E incluso les arrojaban piedras para mantenerlos a distancia.

¿Cuál era la postura de los judíos frente a la enfermedad? Al igual que los demás pueblos del antiguo Oriente, los judíos creían que la enfermedad se debía a la intervención de agentes sobrenaturales. La enfermedad era un pecado que tomaba carne. Es decir, pensaban que era consecuencia de algún pecado cometido contra Dios. El Dios ofendido se vengaba en la carne del ofensor. Por eso, el curar las enfermedades era tarea casi exclusivamente de sacerdotes y magos, a los que se recurría para que, a base de ritos, exorcismos y fórmulas mágicas, oraciones, amuletos y misteriosas recetas, obligaran a los genios maléficos a abandonar el cuerpo de ese enfermo. Para los judíos era Yavé el curador por excelencia (cf. Ex 15, 26).

Más tarde, vino la fe en la medicina (cf. Eclesiástico 38, 1-8). No obstante, la medicina estaba poco difundida y no pasaba de elemental. Por eso, la salud se ponía más en las manos de Dios que en las manos de los médicos.

Friday, September 26, 2014

Cristologia: La Biblia Enseña Que Jesucristo Está Verdaderamente Presente en la Eucaristía


por Hno. Pedro Dimond

Juan 6, 53: “Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo, si no coméis de la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros”.

Jesucristo en la Última Cena y los doce apóstoles
Jesucristo y los doce apóstoles durante la Última Cena

Los protestantes no creen que la Eucaristía es el verdadero cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo. Los católicos creen, que después de la consagración en la Misa, “el Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está verdadera, real y sustancialmente contenido” en la Eucaristía bajo las apariencias del pan y del vino (Concilio de Trento, decreto sobre la eucaristía). La creencia católica de la Eucaristía fue unánimemente sostenida durante los primeros 1500 años del cristianismo. El fundamento bíblico de la enseñanza católica sobre la Eucaristía es contundente e innegable.

Sunday, January 12, 2014

Cristologia: Jesucristo Verdadero Dios y Verdadero Hombre



1. 'Creo... en Jesucristo, su único Hijo (= de Dios Padre), nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de Santa María Virgen'. El ciclo de catequesis sobre Jesucristo, que desarrollamos aquí, hace referencia constante a la verdad expresada en las palabras del Símbolo Apostólico que acabamos de citar. Nos presentan a Cristo como verdadero Dios (Hijo del Padre) y, al mismo tiempo, como verdadero Hombre, Hijo de María Virgen. Las catequesis anteriores nos han permitido y cercarnos a esta verdad fundamental de la fe. Ahora, sin embargo, debemos tratar de profundizar su contenido esencial: debemos preguntarnos qué significa 'verdadero Dios y verdadero Hombre'. Es esta una realidad que se desvela ante los ojos de nuestra fe mediante a autorrevelación de Dios en Jesucristo. Y dado que ésta (como cualquier otra verdad revelada) sólo se puede acoger rectamente mediante la fe, entra aquí en juego el 'rationabile obsequium fidei' el obsequio razonable de la fe. Las próximas catequesis, centradas en el misterio del Dios) Hombre, quieren favorecer una fe así.

Monday, July 22, 2013

Los Milagros De Jesus en la Región de Tiro y Sidón

Autor: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net


Otros milagros en la región de Tiro y Sidón
Otros milagros en la región de Tiro y Sidón

En las tierras de Tiro y Sidón

A la actividad incesante en torno a Cafarnaum sucede un viaje a tierras lejanas. Se trata del viaje por el Norte de Galilea hacia el noroeste, en la región de Tiro y Sidon. Desde allí, Cristo irá a buscar las fuentes del Jordán y continuará hacia el sur hacia la Decápolis donde había sido sanado el endemoniado energúmeno. "Y partiendo de allí se fue hacia la región de Tiro y de Sidón. Y habiendo entrado en una casa deseaba que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto" (Mc). No quiere darse a conocer, pero su fama transciende las fronteras de Israel, y acuden las personas que ya tenían fe, más o menos formada.


La mujer cananea

Entre los que acuden está la mujer cananea o sirofenicia. El dolor la lleva a luchar por la curación de la hija endemoniada. La insistencia revela un amor que sabe superar las pruebas. La suya es una fe y un amor humilde que no se molesta ni por silencios, pues insiste; ni por palabras, que se podrían interpretar como un rechazo o un desprecio. Lo importante es la salvación de la hija, ella ¿qué importa? Y consigue lo que pide, además de un elogio del Señor a su fe.

"Después que Jesús partió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. En esto una mujer cananea, venida de aquellos contornos, se puso a gritar: ¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija es cruelmente atormentada por el demonio. Pero Él no le respondió palabra. Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaban diciendo: Atiéndela y que se vaya, pues viene gritando detrás de nosotros. Él respondió: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él diciendo: ¡Señor, ayúdame!. Él le respondió: No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos. Pero ella dijo: Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Entonces Jesús le respondió: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel instante"(Mt).


El sordomudo

La porfía entre Jesús y la mujer, la imagen de los perros y los cachorros, conmueven al Señor. A través de esta mujer, ve el amor y la fe que busca entre los hombres. La alegría de la mujer ante la niña sanada tuvo que ser enorme; el agradecimiento inunda su alma. Una vez más el milagro fue en Galilea; y, como antes, corre la voz del nuevo signo divino y las gentes acuden hacia Él. Un milagro realizó después, el del sordomudo. Esta vez el milagro lo va a realizar con parsimonia, con gestos y con oración, con palabras, como con esfuerzo. Y todos lo comentan.

"De nuevo, saliendo de la región de Tiro, vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea, cruzando el territorio de la Decápolis. Le traen un sordo y mudo, y le ruegan que le imponga su mano. Y apartándolo de la muchedumbre, metió los dedos en sus orejas, y con saliva tocó su lengua; y mirando al cielo, dio un suspiro, y le dice: Effetha, que significa: ábrete. Al instante se le abrieron los oídos, quedó suelta la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Y les ordenó que no lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo proclamaban; y estaban tan maravillados que decían: Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos" (Mc).


Segunda multiplicación de los panes

El paso por la Decápolis no fue tan oculto como su estancia en la región fenicia. La cercanía de Galilea y la acción del antiguo endemoniado, liberado de sus cadenas, influyó; y se juntan multitudes para escuchar al Señor y beneficiarse de sus milagros. Aquí podemos situar la segunda multiplicación de los panes y de los peces, similar a la primera a orillas del lago en Tabgha. Se repiten los mismos hechos, salvo el número de los presentes y la cantidad inicial de alimento. "En aquellos días, reunida de nuevo una gran muchedumbre que no tenía qué comer, llamando a los discípulos les dice: Siento profunda compasión por la muchedumbre, porque ya hace tres días que permanecen junto a mí y no tienen qué comer; y si los despido en ayunas a sus casas desfallecerán en el camino, pues algunos han venido desde lejos. Y le respondieron sus discípulos: ¿Quién podrá abastecerlos de pan aquí, en el desierto? Les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. Y ordenó a la multitud que se acomodase en el suelo. Tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los distribuyeran; y los distribuyeron a la muchedumbre. Tenían también unos pocos pececillos; después de bendecirlos, mandó que los distribuyeran. Y comieron y quedaron satisfechos, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Los que habían comido eran alrededor de cuatro mil, y los despidió"(Mc).


De regreso en Galilea

Al volver a Galilea le esperan con ansia las multitudes con enfermos de todos los estilos. Jesús les cura, y todos se maravillan de nuevo dando gloria a Dios. "Y cuando Jesús salió de allí, vino junto al mar de Galilea, subió a la montaña y se sentó. Acudió a él una gran multitud llevando consigo cojos, ciegos, lisiados, mudos y otros muchos enfermos, y los pusieron a sus pies y los curó; de tal modo que se maravillaba la multitud viendo hablar a los mudos y quedar sanos los lisiados, andar a los cojos y ver a los ciegos, por lo que glorificaban al Dios de Israel"(Mt).

Los apóstoles han podido comprobar una vez más, que el reino de Jesús, se extiende más allá de las fronteras de Israel. Es natural que, en un principio, sintiesen un cierto rechazo; pero deben aprender a ensanchar sus horizontes y a mirar el corazón de los hombres, que es el modo divino de juzgar.

Monday, July 8, 2013

Los Milagros de Jesús. la Curación del Leproso



Autor: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
 
Entre los milagros que llevaron a muchos a creer y que mueven a Nicodemo a hablar con Jesús está la curación del leproso. Los evangelistas no señalan expresamente que fue en aquellos días, y lo sitúan de un modo inconcreto en una ciudad, pero parece muy probable que sea el Simón leproso el mismo que invitará a Jesús a comer unos días antes de la tercera pascua en Betania. Debía ser un personaje más o menos importante. La proximidad pudo conmover más a Nicodemo que procura enterarse del mensaje de Jesús y de su misma persona.

Saturday, June 8, 2013

BENDITO Y ALABADO SEA POR SIEMPRE JESUS SACRAMENTADO!



Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea María Santísima la excelsa Madre de Dios.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de Maria Virgen y Madre.
Bendita sea María Santísima Madre de la Iglesia.
Bendito sea su castísimo esposo San José.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Amén

Tuesday, April 23, 2013

¿Cómo se Sabe Que Jesucristo es Dios?



La Biblia nos ofrece muchas evidencias que nos demuestran que Jesucristo es Dios. Sin embargo, si solamente se tomaran en cuenta la manera de ser de Jesús, su temperamento equilibrado y tierno, su extraordinaria sabiduría aun desde temprana edad, así como su evidente santidad -reconocida aún por los no-cristianos- bastarían estas cualidades extra-ordinarias y sobre-naturales para sustentar que las palabra dichas por El mismo o escritas en la Biblia sobre su divinidad, son ciertas.

Saturday, April 20, 2013

El Señor Sana en la Eucaristía




Para todos mis hermanitos....Recuerden siempre el poder de la Eucaristia en nuestras almas...Es ahi donde esta Jesus esperandonos para sanarnos y ayudandonos a sanar a otros en su nombre....
El P. Roberto de Grandis en su libro "Sanados por la Eucaristía" escribió: "Cuanto más fuerte sea la presencia de Jesús, habrá más sanaciones. Y la presencia más grande del Señor, la tenemos en la Eucaristía.

Thursday, January 24, 2013


Pregunta: ¿Cómo es posible que Jesús sea Dios, si vivió y anduvo en la tierra como un hombre más?
     
Jesús dijo: "Yo y el Padre uno somos" ( Juan 10:30). Antes de nacer del vientre de María y habitar en un cuerpo humano, Él y Su Padre celestial existían en una relación de unidad muy estrecha, lo cual tuvo que abandonar mientras estuvo en la tierra.
     
La Biblia afirma que "En el principio era el Verbo (Jesús), y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho... Y aquel Verbo (Jesús) fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre" ( Juan 1:1,2,14).
    
 Poco antes de ser arrestado y crucificado, consciente de que no pasaría mucho tiempo hasta reunirse de nuevo con Su Padre Celestial, Jesús oró: "Ahora, pues, Padre, glorifícame al lado Tuyo, con el poder y la honra que tuve en Tu presencia antes que el mundo fuese hecho... porque me has amado desde antes de la fundación del mundo" ( Juan 17:5,24).

Sunday, October 23, 2011

Jesús es el Mesías

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Pbro. Dr. Enrique Cases

Para entender a Jesús no hay que confundir su misión salvadora con cualquier tarea política o meramente humana.

JESUCRISTO MANIFIESTA SU FUNCIÓN MESIANICA

La figura del Mesías aparece en la Revelación del Antiguo Testamento como consecuencia de la necesidad de salvación que tiene Israel y la humanidad en general. El ángel le dice a San José: -y le pondrás por nombre Jesús: porque El salvará a su pueblo de sus pecados- (Mt. 1, 20-21) La palabra Jesús significa en hebreo salvador, o Dios salva. El Mesías, por tanto, es el que salva de los pecados.

Las ideas que tenían los judíos contemporáneos de Jesús acerca del Mesías y del Reino mesiánico eran variadas. En un extremo estaban los que lo concebían como un gran caudillo político-militar, que vencería a todas las naciones del mundo. En el otro, los pocos israelitas justos y piadosos como Simón, Zacarías, el Bautista... para los cuales el Mesías sería la luz de las gentes, el -cordero de Dios, que quita los pecados del mundo»; y, en consecuencia, el reino mesiánico traería sobre todo, el perdón de los pecados.

Mesías es una palabra hebrea que significa «ungido» La unción consistía en derramar aceite sobre la cabeza de uno, que quedaba, por esta acción religiosa, marcado para una misión divina de sacerdote o de rey. La misión consistía en salvar al pueblo de las dificultades. En griego, Mesías se traduce por jristós, de donde viene la palabra castellana cristo. Posteriormente se llamará también ungidos a los profetas, porque también son salvadores del pueblo.

EL MESÍAS DE ISRAEL
Hijo de David. Emmanuel

A partir de un determinado momento, la salvación se considera depositada en la familia de David y, en concreto, en un descendiente, que será el definitivo Mesías. Al Mesías se le llama Hijo de David. El cumplirá las promesas de salvación que Dios hizo a su pueblo.

Entre las muchas profecías mesiánicas, tiene especial importancia la del Emmanuel, palabra que significa: Dios-con-nosotros. Dice el profeta Isaías: «Por eso, el Señor mismo os dará una señal: he aquí que una virgen está encinta y os dará un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel» (7, 14)

En el Mesías reposará el espíritu divino y se caracteriza porque: 1) dominará a los enemigos; 2) obrará en favor de los humildes y, 3) le buscarán también los gentiles, es decir, no será salvador sólo del pueblo de Israel, sino de todos los hombres.

El profeta Miqueas precisa que será rey y nacerá en Belén. Zacarías lo muestra como rey justo, que trae la paz y la victoria, aunque será un salvador humilde que vendrá montado sobre un asno.

El siervo de Yavé

Al lado de las notas antes expuestas sobre el futuro Mesías, llaman la atención los textos que lo presentan como un siervo humillado y maltratado. Su aparente derrota parece oponerse a la idea del Mesías-rey vencedor, pero no es así, pues estas profecías completan y purifican las anteriores, dando otro aspecto de su actividad.

El siervo de Yavé, según Isaías, será humilde, sencillo, fiel a la verdad, firme, con una misión de enseñar, y salvar, que no será un fracaso, sino un sacrificio expiatorio por los pecados: «recayó el castigo sobre él y por sus llagas nos dio la salud» (53, S) Según Isaías, el siervo de Yavé se entrega libremente, y por amor, a la muerte. Por eso su sacrificio tiene una gran eficacia redentora, es decir, como medio para pagar la deuda que los hombres tienen con Dios, por los pecados.

Zacarías, por su parte, anuncia que será «traspasado» Varios salmos anuncian también estos sufrimientos, como el 22, citado por el mismo Jesús en la Cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

El Hijo del hombre

El profeta Daniel describe al Mesías desde otra perspectiva. Lo presenta como viniendo de lo alto, sobre las nubes del cielo. «A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas te sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás» (7, 13-14) Le presenta luego como vencedor de cuatro bestias, que simbolizan poderes diversos, enemigos de Dios. Le da el título de Hijo del Hombre. Este título de Hijo del hombre será. el que más frecuentemente usará Jesucristo.

Por tanto, en el Antiguo Testamento, la idea central sobre el Mesías es que será una manifestación definitiva de Yavé para salvar a todos los hombres. Para ello instaurará el reino de Dios, haciendo una nueva alianza entre Yavé y su pueblo. En él cabrán todas las gentes, que participarán de la salvación concedida a Israel. El Mesías reinará por los siglos.

JESUCRISTO ES EL MESÍAS

«Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo» (Jn. 1, 41) Así lo dice Andrés a su hermano Simón. Es una de las afirmaciones iniciales del Evangelio. El mismo Jesús lo dice a la samaritana cuando ella comenta: «Yo sé que está para venir y que cuando venga, nos hará saber todas las cosas. Dícele Jesús: Soy yo, el que contigo había» (Jn. 4, 25)

Jesús es el descendiente de David

Nuestro Señor descendía de la familia de David, como consta en las genealogías que contienen los evangelios. Así le llaman los ciegos que curó en Jericó, la mujer siriofenicia que pide la curación de su hija y las muchedumbres que le aclaman como tal cuando entra triunfalmente en Jerusalén: «Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor» (Mt. 21. g) Los evangelistas recogen las profecías que se cumplen en Jesús: nacimiento en Belén, se sentará en el trono de David...

Jesús es el Hijo del hombre

Con este título mesiánico se denomina a sí mismo Jesús 81 veces en los evangelios. Con esta expresión indica su procedencia divina: «Nadie ha subido al cielo, sino aquél que ha bajado del cielo, el Hijo del Hombre» (Jn. 3, 13) Cuando Caifás pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Mesías?... Jesús le respondió: Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo» (Mc. 14, 61) Cuando anuncia su segunda venida, al final de los tiempos, dice: «Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria» (Mt. 25, 31) Como se trata del juicio final, aparecen las características divinas de Juez y Señor que posee Jesucristo como verdadero Mesías.

Jesús, Mesías que sufre

Los Apóstoles y la Iglesia primitiva han identificado a Jesús como el Siervo de Yavé de las profecías. Un texto claro es el de la institución de la Eucaristía: «Esta es mi sangre de la Alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados» (Mt. 26, 28) San Juan presenta a Jesús como el Cordero que quita los pecados del mundo (cfr. 1, 19) Pero lo más elocuente es el cumplimiento, en la Pasión y Muerte de Cruz, de lo que habían anunciado, incluso con detalles, Isaías y los salmos.

JESUCRISTO ASUME SU FUNCIÓN MESIANICA

En tiempos de Jesús había una tensa y generalizada espera del Mesías. Aunque se resaltan las cualidades espirituales que tendrá el Mesías, se pone el acento en lo que representará de liberador de la opresión de los enemigos. No cabía en sus mentes la idea de un Mesías que sufriera y fuera humillado. Los mismos Apóstoles y discípulos de Jesús participaban de esta idea.

Jesús supera el mesianismo político

Jesús convoca al nuevo pueblo de Dios, su Iglesia, llamando primeramente a doce israelitas, que iban a ser las columnas del nuevo edificio espiritual o las cabezas de la nueva estirpe, en recuerdo, y a la vez en contraste con los doce patriarcas antiguos.

Los Apóstoles que eligió Jesús pertenecían a diversos grupos de los que existían entonces. El seguir a Jesús les fue llevando a superar sus antiguos horizontes meramente humanos. Jesús, con paciencia, les fue mostrando las nuevas perspectivas más profundas y, sobre todo, religiosas. El Espíritu Santo, que recibieron en Pentecostés, les dará la visión definitiva de su misión.

Carácter divino del Mesías

Jesucristo es hombre, pero también es Dios. Su naturaleza humana está unida a la segunda Persona de la Trinidad. Por eso, está por encima de todos los grupos religiosos judíos.

Para entender a Jesús, para creer en él, era necesario a todo israelita de su tiempo remontarse por encima de cualquier posición nacionalista, de carácter político. Podemos decir que esto sigue teniendo valor y que en cualquier época de la historia, para entender a Jesús hay que no confundir su misión con cualquier tarea política o meramente humana.

Saturday, August 20, 2011

EUCARISTÍA Y SANACIÓN

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La Eucaristía es fuente de luz y de amor para los que se acercan a Jesús. También es fuente de salud para los que se acercan con fe, como la mujer hemorroísa del Evangelio. La hermana Briege McKenna nos cuenta algunos de estos milagros en su libro Los milagros sí ocurren.

Dice: Un día me telefoneó un sacerdote muy angustiado y asustado. Acababa de saber que tenía cáncer en las cuerdas vocales y que, dentro de tres semanas, tendrían que extirparle la laringe. Me dijo que estaba desesperado, había sido ordenado apenas hacía seis años. Al orar con él, sentí que el Señor quería que yo le hablara de la Eucaristía. Le dije: "Padre, yo puedo orar por usted ahora por teléfono y lo haré. Pero ¿esta mañana no tuvo un encuentro con Jesús? ¿No se encuentra con él cada día? Padre, cada día, cuando celebra la misa, cuando toma la hostia sagrada, usted se encuentra con Jesús. ¿Se da cuenta de que Jesús pasa a través de su garganta? No hay nadie mejor a quien ir sino a Jesús. Pídale a Jesús que lo sane".

Lo oí llorar por teléfono. Y se despidió dándome las gracias. Tres semanas después, ingresó al hospital para ser operado. Me llamó más tarde para decirme que la cirugía no se realizó. Los médicos descubrieron que el cáncer había desaparecido y que sus cuerdas vocales estaban como nuevas. Nunca supe su nombre. Pero un año después, tuve noticias de él a través de un amigo suyo. Antes de su enfermedad, este sacerdote joven había dejado de celebrar la misa diaria excepto los domingos. Él tomaba la misa muy a la ligera. Y Dios usó esta experiencia del cáncer para transformar su vida. Este sacerdote fue sanado completamente, no sólo físicamente. Se volvió un sacerdote centrado en la Eucaristía. La Eucaristía se volvió para él, un momento de encuentro con Jesús vivo.

Otra sanación ocurrió en Sydney, Australia. Una mujer fue a un lugar, donde el padre Kevin y yo estábamos hablando. Ella se me acercó en un pasillo para pedirme que orara por ella. Estaba desesperada, porque padecía un cáncer al estómago. Tenía un tumor que le causaba una gran hinchazón. Los médicos le dijeron que no tenía caso operarla, porque el tumor se había extendido demasiado.

Yo sabía que habría una misa esa tarde, así que le dije que iba a orar por ella, pero que asistiera también a la misa y le pidiera a Jesús que la sanara. Su preocupación más grande era el miedo a la muerte. Yo le dije: "Vaya a encontrarse con Jesús en la Eucaristía. Jesús le dará la fortaleza para enfrentar cualquier cosa que se presente en su vida. Si Él ha decidido que cruce el umbral de la muerte, Él le dará la gracia de atravesar la puerta sin ese miedo terrible. Y, si ha de vivir, Él le dará la gracia de vivir"... Por la noche, cuando teníamos un encuentro con una gran multitud, vino corriendo por el pasillo, se arrojó en mis brazos y me dijo:
Hermana, sucedió, sucedió.
¿Qué sucedió?
Míreme. Vine esta mañana. Asistí a la misa como me dijo. Cuando me levanté para comulgar, me dije: En unos minutos voy a encontrarme con Jesús. Voy a recibirlo en mi corazón y le pediré que me ayude... Tan pronto como sentí la hostia en mi lengua, sentí como si algo me quemara la garganta y me llegara hasta el estómago. Miré mi estómago y la protuberancia había desaparecido.

El padre Emiliano Tardif, estando predicando en Tahití, Polinesia francesa, dice: El testimonio que más me impresionó fue el de un hombre que estaba completamente ciego de un ojo, con el otro veía muy poco, y dentro de poco tiempo tendría que operarse. Durante la misa de los enfermos, precisamente en el momento de la elevación de la hostia, vio una gran luz en la iglesia y sus ojos se abrieron. ¡Había sanado!.

Y sigue diciendo: Estando en Brazzaville, Zaire, durante la misa por los enfermos yo prediqué sobre la Eucaristía como sacramento de curación y el Señor vino a confirmar su presencia real en la hostia consagrada, curando a dos paralíticos. Una mujer de unos 35 años había sido llevada en una camilla. Ella yacía paralítica en cama desde hacía dos años y medio. El Señor la levantó después de la comunión... En ese momento, otro hombre paralítico, que había sido llevado en brazos por su familia, también se levantó y caminó solo, tranquilamente, avanzando hasta el altar. Las curaciones de todo tipo se multiplicaban. Jesús volvía a decir a su pueblo: No teman. He aquí a su Dios.

Ciertamente, Jesús está vivo y presente en la Eucaristía y puede hacer hoy los mismos milagros que hacía hace dos mil años.

Sunday, August 7, 2011

Jesucristo. " Yo Soy "

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Exodo cap 3

13 Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?»

14 Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: "Yo Soy" me ha enviado a vosotros.»

San Juan cap 8

57 Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?»

58 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.»

59 Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

San Juan cap 18

5 Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Díceles: «Yo Soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos.

6 Cuando les dijo: «Yo Soy», retrocedieron y cayeron en tierra.

7 Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno».

8 Respondió Jesús: «Ya os he dicho que Yo Soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.»

San Juan 8

22 Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: "Adonde yo voy, vosotros no podéis ir?»

23 El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.

24 Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.»

Friday, August 5, 2011

PERDON Y SALUD

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"Los ciegos lo fueron a buscar.
Jesús les preguntó: ¿CREEN que Yo
Puedo sanarlos?
Contestaron: ¡ SI SEÑOR ¡
(Mt 10, 28)

Jesús SANÓ a muchos enfermos
Con dolencias de toda clase.
(Mc 1, 34)

¿Crees tú que puedo sanarme?
Sí, lo creo.
Sé, sano...

La Transubstanciación


"Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (Concilio de Trento, DS 1642).

En la Eucaristía "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (Cc. de Trento: DS 1640; 1651).

La transubstanciación es un milagro que pasa desapercibido para quien no tiene fe porque después de la consagración, aunque no hay ya substancia de pan ni de vino, si quedan los "accidentes" (color, gusto, cantidad, etc.) de pan y vino. Por eso la Eucaristía tiene la apariencia de pan y vino aunque no lo es.

En el milagro de Lanciano, después de la consagración, no quedaron ni la substancia ni los accidentes de pan y vino. La hostia, que siempre es substancialmente la carne de Cristo, tomó también los accidentes propios de la carne ante los ojos de todos los testigos. Este milagro se mantiene hasta hoy y ha sido ampliamente confirmado por la ciencia.

La transubstanciación ocurre en el momento de la consagración en la Santa Misa, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.

Este dogma se fundamenta en las palabras de Cristo en la Ultima Cena:
"`Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío'. De igual modo, después de cenar, el cáliz, diciendo: `Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros' (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).

San Juan no relata la consagración pero si hace mención de la enseñanza de Jesús que da comer su carne como alimento de vida eterna (cf. Jn 6: 51-58).
Los cristianos de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa aceptan esta doctrina. Los protestantes la rechazan.

Padre Jordi Rivero

Monday, August 1, 2011

PERDON Y SANACION – CITAS BIBLICAS

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"Muchos le siguieron, y El los sanó a todos" (Mt 12, 15)

"Su fama crecía más y más y muchas personas acudían a El,
para que los sanara de sus enfermedades" (Jn 5, 14-15)

"No son las personas sanas las que necesitan médico, sino
las enfermas..." (Lc 5, 31)

"Echen fuera la amargura, las pasiones, los enojos, los
insultos y a toda clase de maldades. Sean buenos y com-
prensivos unos con otros, perdónense unos a otros, como
Dios los perdonó a todos ustedes en Cristo." (Ef. 4, 31-32).

"Dios nos libró del poder de la oscuridad y nos llevó al Reino
de su amado Hijo, por quien nos salvó y nos perdonó muchos pecados"
(Col 1, 13-14)

"Jesús predicaba la Buena Nueva del Reino y sanaba
Todas las dolencias y enfermedades de la gente."
(Mt. 4, 23)

Sunday, May 22, 2011

¿Cómo se sabe que El Espíritu Santo es Dios?

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Introducción: En las lecciones acerca de la Trinidad, aprendimos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, y que es igual en sustancia y naturaleza con el Padre y con el Hijo, el Señor Jesucristo. También vimos que tiene los atributos o cualidades como Dios. ¡El Espíritu Santo es Dios! En esta lección vamos a pensar principalmente en su persona y algo de su obra.

I. El Espíritu Santo es Dios--Queremos reafirmar que el Espíritu Santo es divino. Vamos a ver un ejemplo: Hechos 5:3-4. En el versículo 3 dice: "... mintieses al Espíritu Santo". En el versículo 4 dice: "No has mentido a los hombres sino a Dios". El Espíritu Santo y Dios son la misma persona.

II. El Espíritu Santo tiene personalidad--Algunos enseñan que el Espíritu Santo es la fuerza o influencia impersonal de Dios manifestado en el mundo. Entonces sería una cosa y no una persona. Cualquier enseñanza que niega que el Espíritu Santo es una persona es falsa.

A. Los nombres dados al Espíritu Santo implican que es una persona: Juan 14:16 y 16:7 nos dicen que es llamado el Consolador. Como Consolador toma el lugar de Cristo--una influencia no puede hacer esto.

B. El Espíritu Santo muestra que es una persona por su asociación con otros individuos.

1. Mateo 28:19. Los dos primeros nombres son de personas, también el tercero.

2. II Corintios 13:14 ¿Cómo tener comunión con una influencia?

3. Hechos 15:28. Se identifica como una persona igual como los creyentes.

C. El Espíritu Santo tiene características personales:

1. Tiene inteligencia: 1a Corintios 2:10-11. Piensa, determina y tiene propósitos.

2. Tiene voluntad: 1a Corintios 12:8-11. Él dio a los cristianos primitivos los dones según su voluntad ("como Él quiere"--versículo 11).

3. Tiene emociones:

a) Ama: Romanos 15:30;

b) Se entristece: Efesios 4:30;

c) Puede ser insultado: Hebreos 10:29;

d) Puede ser ofendido: Mateo 12:31-32.

D. El Espíritu Santo es capaz de acciones como una persona:

1. Habla: Apocalipsis 2:7

2. Intercede: Romanos 8:26

3. Enseña Juan 14:26

4. Guía: Romanos 8:14 y Hechos 16:6-7

5. Llama a los obreros: Hechos 13:2

III. La obra del Espíritu Santo:

A. Entre los perdidos:

1. Contiende con ellos. Génesis 16:6-7; 6:3-6.

2. Testifica de Cristo a ellos por medio de testigos. Hechos 5:32

3. Convence al mundo de pecado, justicia, y juicio. Juan 16:8-11.

B. Entre los creyentes: No hay esperanza de salvación aparte de la obra del Espíritu Santo. Las personas que llegan a creer en Cristo, nacen de nuevo. Es un nacimiento espiritual porque es la obra del Espíritu Santo. Juan 3:5-7 y Tito 3:5.

Conclusión: El Espíritu Santo es una persona divina. Sin Él no hay salvación. ¿Ha nacido del Espíritu? Juan 3:6.